Ayer
estuve envolviendo, aún, uno de los regalos de navidad que no había podido
entregar. Cuando lo hacía me di cuenta de que ponemos mucho empeño en buscar un
envoltorio bonito, agradable a la vista, sugerente y un parejo al carácter de
la persona que lo recibe.
A
veces, vamos a buscar un papel y un lazo lejos. Rebuscamos, dedicando a este
acto, un tiempo que parece que merece la pena. Sin embargo, cuando se reciben
regalo lo que menos importa es el papel que lo contiene. Se abren deprisa, se
rasga sin cuidado y apenas comienza un hueco a aparecer, metemos los dedos para
poder sacar la sorpresa de su interior.
No
deja de haber un paralelismo con las personas. En ocasiones somos papel de
regalo sin más. Muy dedicadas al exterior. Cuidado el maquillaje, la piel, los
músculos y el cuerpo. Depilados, hidratados y con la piel brillante salimos a la
calle para presentarnos con un brillo que o bien confunde o a veces no
significa nada porque en realidad, las personas que interesan son las que
rasgan rápido el envoltorio y van a descubrir lo de dentro.
Nos
ocupamos muy poco de tareas que deberían formar parte de las rutinas diarias al
igual que ducharnos o prepararnos para estar lo mejor posible ante nosotros
mismos y los demás.
Pensemos
cuánto tiempo dedicamos a realizar un ratito de respiraciones saludables,
rítmicas y profundas, pausadas y pautadas. Con la mente en blanco o en colores que
eviten el negro o el gris. Por cuánto tiempo repasamos las acciones del día,
los errores cometidos, los aprendizajes desprendidos de ellos o las acciones
que hemos dejado de hacer y nos habría convenido realizar.
Cuidamos
poco las emociones, los estados de ánimo, las tristezas y la melancolía. Nos
parece que solo podemos sufrirlas cuando aparecen. No es así. Podemos
hablarles, hacerles hueco y dejar que reposen. Revelarse es perpetuar su
estancia.
Generalmente,
cuando descubren que no tienen nada que hacer allí, se aburren y se van.
Es
importante estar bien presentados, pero es aún mejor estar bien “sentidos” y
eso no depende del papel del envoltorio ni del lazo del regalo que somos. En
realidad, solo depende de nosotros que la sorpresa del interior sea de lo mejor.
"Las apariencias engañan..." decían los abuelos a propósito de dejarse guiar por envolturas externas.
ResponderEliminar"La primera impresión es la que vale..." se aplica hoy al envoltorio exterior.
Una y otra expreción solo llevan a indicar el cuidado que debemos poner en nuestra apariencia exterior y en nuestra expreción interior que se proyecta al momento de establecer contacto con las demás personas.
Guardar un equilibrio entre esas dos manifestaciones de la persona es parte del cuidado personal en el constante contacto que tenemos con nuestros semejantes.
El equilibrio se logra como bien lo anotas en poner cuidado en armonizar nuestros sentimientos, estados de ánimo y actitud con esa imagen exterior que el primer objeto de contacto con los demás.
Una mente armoniosa y equilibrada proyecta esas condicones en su apariencia corporal exterior.
"Mira a los ojos.." decían los abuelos.
NN
Qué cierto!...es verdad! esa sabiduría de los que tienen más edad se guiaba por el canal de los sentidos, de las primeras impresiones, de esa peculiar sacudida querecibe el alma al mirar a los ojos..."las apariencias engañañ, es verdad"...pero sólo a veces. Si observamos, si nos detenemos en los detalles apenas imperceptibles...veremos que nos dicen tanto sin palabras!.
ResponderEliminarHay todo un lebguaje no verbal al que hay que atender y considerar.
Gracias por estas interesantes reflexiones***