La utilidad del sufrimiento
que alimentamos y mantenemos
con nuestras creencias particulares o colectivas
quizá sólo sea llevarnos hasta el agotamiento
en nuestras relaciones,
con nuestros conflictos particulares
debidos a nuestras interpretaciones
de lo sucedido,
con la autocompasión, las quejas y los reclamos,
con nuestros papeles reiterativos de víctimas dolidas,
para que al cabo de ese tiempo esteril,
consumido en la destructividad y la negatividad,
logremos un agotamiento,
un desgaste autoprovocado,
que nos impulse a retornar
a la sabiduria
y a la paz de nuestro propio ser,
si es que logramos decidir cambiar.
El drama que hacemos mostrando nuestro sufrimiento
y nuestra amargura a otros
es una manifestación de nuestra mente monótona y aislada,
confundida en sus percepciones erráticas.
La vida fluye en la dualidad
y no es posible que logremos alcanzar nuestros ideales de felicidad y de éxito
basados solo en lo que los demás puedan darnos
o en lo que provenga de afuera
si no logramos realizar los cambios en nuestra mentalidad
y en la relación respetuosa y cooperativa con otros.
que alimentamos y mantenemos
con nuestras creencias particulares o colectivas
quizá sólo sea llevarnos hasta el agotamiento
en nuestras relaciones,
con nuestros conflictos particulares
debidos a nuestras interpretaciones
de lo sucedido,
con la autocompasión, las quejas y los reclamos,
con nuestros papeles reiterativos de víctimas dolidas,
para que al cabo de ese tiempo esteril,
consumido en la destructividad y la negatividad,
logremos un agotamiento,
un desgaste autoprovocado,
que nos impulse a retornar
a la sabiduria
y a la paz de nuestro propio ser,
si es que logramos decidir cambiar.
El drama que hacemos mostrando nuestro sufrimiento
y nuestra amargura a otros
es una manifestación de nuestra mente monótona y aislada,
confundida en sus percepciones erráticas.
La vida fluye en la dualidad
y no es posible que logremos alcanzar nuestros ideales de felicidad y de éxito
basados solo en lo que los demás puedan darnos
o en lo que provenga de afuera
si no logramos realizar los cambios en nuestra mentalidad
y en la relación respetuosa y cooperativa con otros.
Tanto el sufrimiento como la tristeza
son estados mentales de duelo o de pérdida,
nuestras reacciones subjetivas ante los eventos de la vida
que ya ocurrieron y que no podemos deshacer.
Solo poseemos aquello que no puede sernos arrebatado.
Hugo Betancur
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