Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 3 de noviembre de 2014

HASTA QUE LA MUERTE OS SEPARE...



Siempre me pareció una tontería tener que firmar unos papeles. Sobre todo si hablamos de la pareja. El matrimonio es una sociedad que tiene sentido solamente para la familia e incluso ni eso. 

Se supone que el origen de todo está en el amor. Pero uno confunde muchas veces los sentimientos, o cree que son los auténticos porque no hemos tenido otros más fuertes y definitivos con los que poder comparar. Cuando nos damos cuenta suele ser tarde. Tarde sobre todo para reponer el alma. Algo se rompe en ella cuando compruebas que la persona que tienes al lado está de frente y no es tu espejo.

Hay que tener valor para reconocerlo, en primer lugar, porque uno sabe que se ha equivocado muy pronto, sin embargo, solemos mantener la testarudez del “ inversor”. Hemos apostado por algo, hemos invertido en ello y no queremos sentir el fracaso y si lo sentimos o lo negamos o no seremos nosotros los culpables.

No hay culpables ni víctimas. Las parejas se igualan o no. Hay una conexión en lo más profundo del alma o no la hay. Se emocionan con lo mismo o no lo hacen nunca. Y eso es lo que une hasta la muerte o separa rápidamente.

La comodidad nos mata. El miedo también. A veces ambas cosas nos paralizan y seguimos la rutina de equivocarnos de nuevo en otros labios y en otros cuerpos hasta que llega a rozarnos un alma gemela y podemos encontrar el camino; aquel en el que nuestra huella construye, paso a paso, la senda del verdadero amor.

En ese momento el mundo cae a nuestros pies. Nos sentimos el centro del universo;  el punto central de un cosmos lleno de aquello en lo que la otra persona consigue convertirnos. Y nos gustamos a nosotros mismos a través del otro y gozamos del olvido del mundo, entonces.

Tal vez nos lleve una vida encontrarnos con nuestro reflejo. Con suerte, acaso nos encontraremos alguna vez. Lo que si debe ser seguro es el no dejarlo pasar si lo reconocemos a nuestro lado.

 No habrá otra oportunidad porque la ocasión se produce una sola vez. La tuya.

2 comentarios:

  1. Solo una vez te acaricia la cristalina y amorosa agua del riachuelo en el que sumerges tu cuerpo en un instante.

    Eternizar esa sensación, hacerlo propio para siempre, vivirlo una y otra vez hasta el infinito es la esencia del amor eterno.

    Los pactos dictados y firmados ante tres curas, dos rabinos y siete ulemas son compromisos de forma.

    El alma libre volará al infinito y el mismo infinito regresará al alma para revivir el instante: esa es la esencia del pacto sin formas.

    Un saludo con el calorcito del mar...el agua es fresca y azul-verde en este otoño extraño.

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  2. Efectivamente lo expresas muy bien. No hay pactos posibles para el corazón; no tiene cadenas, ni rejas que le impidan absolutamente nada. Solo en libertad es posible encadenarse.*

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