Algunas
veces juego con los sueños, con las fantasías que me invento y con las
probabilidades que no existen. Nos sentimos valientes frente a la
improbabilidad. Nos comemos el mundo cuando no hay nada que comer. Nos
encandilan las imágenes que no hemos visto y las vivencias que no hemos experimentado.
Nos
trasladan a otros mundos los halagos que escuchamos, nos encandilan las miradas
que nos regalan y nos convertimos en presas fáciles cuando lo que se nos ofrece
es afecto.
Todos
estamos necesitados de amor por mucho que tengamos. Todos precisamos que nos lo
demuestren, y tal vez, todos también quisiésemos demostrarlo más a menudo. No
nos han enseñado bien aunque lo hayan hecho con mil amores y lo mejor que
sabían. Somos víctimas de víctimas y por eso mismo no podemos juzgar y condenar
a quienes nos han ayudado de tal forma.
Lo
que llamamos educación a veces, deforma. Hay que desaprender para poder abrazar
las nuevas ideas y desatascar la mente para dejar correr la corriente de ideas
nuevas con las que empezar a ser otros desde el mismo molde que nos configura. Mejores,
más capaces de perdonar y perdonarnos, más decididos a ser felices, más
flexibles y compasivos, más fuertes y decididos.
Muchas
veces, con la mirada perdida me digo a mi misma: …” Y si sucediese”…entonces
dejo abierta la puerta de la fantasía y decoro escenarios en los que me siento
protagonista de la historia que quiero para mí.
Luego,
sigo pensando que el destino hay que buscarle, que a veces corre delante de
nosotros sin darnos cuenta y que aunque
el tiempo se ve deprisa, hay espacios vacíos que podemos aprovechar a nuestro
favor solo con imaginar que lo que pensamos siempre es posible si vamos en su
busca.
No
olvidemos que creer es crear y que cuando ponemos toda nuestra fe en algo,
puede tomarse su tiempo, pero al final acudirá a la llamada y se recolocará en
nuestra vida dándonos las oportunidades que siempre quisimos y ni siquiera
soñamos.
…Y
si sucediese…diría que SI
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