Recogemos
lo que sembramos. Es difícil poder apilar la cosecha si antes no hemos echado
el grano. Lo curioso del ser humano es que a veces queremos recoger sin
sembrar, incluso nos sentimos ofendidos si vamos en busca de resultados
favorables y nos encontramos ausencias, vacíos y rechazos.
Alguna
vez he aludido a lo importante que es invertir en felicidad. En ese momento nos
damos valor a nosotros mismos y a nuestras necesidades, y logramos fructificar
ese valor.
Hay
una frase en el refranero español que alude a este tema: …” Quien siembra
vientos…recoge tempestades…” y es que no podemos pretender ir por el mundo con
mala cara y peores hechos y esperar que el resto de la gente sean compasivos y
amables ante nuestra acritud. Pareciese como si los demás estuviesen obligados
a rendirnos culto, como si tuviesen que ponernos el revés de la otra mejilla,
como si de algún modo nosotros estuviésemos por encima del bien y del mal y,
por derecho, lo mejor tuviese que estarnos reservado.
Si
nos presentamos ante el mundo con la cara ácida, la mirada enconada y las
palabras llenas de veneno iremos dejando cadáveres a nuestro paso. Pero lo peor
no es eso, lo más grave es que pronto serán zombis que irán tras de nosotros
para devorarnos.
La
vida se basa en una red de relaciones muy sutiles. Todos dependemos de todos,
de algunos más que de otros pero, en definitiva incluidos en esa maraña de
hilos invisibles que nos implican mutuamente.
Nuestras
acciones siempre tienen repercusiones en el resto. Nuestra actitud, ante lo que
nos sucede, será la única medida de la felicidad lograda, recibida y alcanzada.
No
se puede pedir bienestar y ternura a
cambio de nada o lo que es aún más doloroso, como respuesta a esa falta
absoluta de interés por facilitar la vida a los que nos rodean.
Si
todos fuésemos así los vientos que sembrásemos no pasarían de ser brisas suaves
en una tarde de verano, siempre dispuestas a refrescarnos.
No
es pedir mucho ser amables. Añadir una pizca de compasión y empatía pondrán la
guinda al postre que hagamos con la vida.
Y lo mas doloroso es que estas personas van dejando muertos y muertos tras de si, y cada vez que dejan otro nuevo, huyen hacia adelante, inventándose una nueva vida, olvidando todo lo relativo a la vida anterior, a mejor dicho al asesinato anterior, y corren raudos hacia el siguiente, olvidando todo lo anterior, nunca mejor dicho el muerto al hoyo y el vivo...
ResponderEliminarSolo pido al Universo que me permita ver como hace justicia con estos asesinos, lo pido en nombre de todas las víctimas.
Estoy segura de que la vida nos devuelve lo que damos y nos recompensa con lo que merecemos... solo hay que esperar, nada más. No hay fórmulas para la venganza porque ésta nunca debe darse o te tocará igualmente pasar por esa situación en posición distinta.
ResponderEliminarA cada cual le tocará aprender su propia lección. El resto no debe importarnos.