Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA MIRADA DESDE OTROS MUNDOS



Hay muchos mundos que están en éste. Ámbitos que ni soñamos, tanto por su excelencia como por su miseria. Y en el medio estamos nosotros, encerrados en el pequeño ángulo de visión que nos aporta el nuestro.
Pienso muchas veces que la queja es un acto tan frecuente como innecesario. En primer lugar porque nada se resuelve quejándonos y más tarde, porque efectivamente hay situaciones tan sumamente pésimas que deberíamos tenerlas, al menos, como referencia para valorar lo sencillo, pero gratificante, de nuestro día a día.
Los lujos aportan ilusión, entusiasmo y goce mientras los vives. Crean una adicción imperdonable que  se presenta casi obscena cuando viajamos a algunos lugares donde la indigencia y la desdicha ponen su acento.  
No entiendo las desigualdades. Al menos tan fuertes. La injusticia es un concepto que se desdibuja cuando pensamos que todos deberíamos tener las mismas oportunidades o incluso cuando, que aún siendo lícita las diferencias, todos deberíamos aprender a jugar bien nuestras cartas, esas que se reparten al nacer y cada uno juega a su estilo.
Es muy importante viajar y ver más allá de nuestras estrechas miras. Cuando uno se sumerge en otras culturas, en otras sociedades, en formas distintas de ver y sentir, comprende que hemos de expandir la mente y flexibilizar nuestros criterios. En realidad, todo es válido según en qué contexto. Y uno se da cuenta de que todo es relativo, que los imponderables no existen y que hay que desmontar los andamios de los prejuicios para poder expandir el corazón, comprender lo nuevo y crecer con ello.
Lo más gracioso es que es muy fácil integrarnos, a veces, en lo que vemos y nos rodea. Tanto que por un tiempo olvidamos nuestro pequeño mundo de comodidades o nuestro reducto de desventuras y desazones.
Viajar es en sí mismo, es un inmenso lujo que tiene un sin fin de ventajas. Desde aprender a mirar con otros ojos, hasta valorar lo que nos parece desgraciado e indeseable en nuestra vida porque seguramente, cuando regresemos a nuestra casa, daremos menos importancia a lo que no la tiene y más valor a lo que pasa desapercibido ante nuestra mirada.

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