Los
viajes son los libros de aventuras más excitantes.
Por sencillo, cercano y simple que
parezca una salida siempre aporta algo nuevo o al menos nos evita la rutina y
nos acerca a otras gentes y a otros modos de entender la vida.
Ayer, mis alumnas y yo, hemos ido a ver
el mar. Nos hemos dado un respiro entre el repetido ritmo diario. Hemos ido en
busca de un día distinto.
Entre
nosotras hay muchos dolores distintos. Muchas expectativas diferentes y sobre
todo, una manera desigual de ver el
mundo. Esa es la riqueza que compartimos y de la cual hacemos nuestra
plataforma para avanzar juntas.
Los
motivos que cada uno tuvo ayer para desplazarse hasta la costa fueron muy
diversos. Posiblemente yo, que puedo contemplarlos a todos desde otro ángulo,
me doy cuenta de que muchos buscan evadirse del plan diario de la vida normal,
otros encontrar novedades para concederse un capricho, otros olvidar por unas
horas viejos dolores que se resisten a marchar… Todos y cada uno vivimos
nuestra particular forma de encontrarnos en un paisaje y unas horas diferentes.
Lo
mejor de viajar es dejarnos llevar por las sensaciones, vaciar la mente y
comenzar a llenarla con lo que los ojos ven y el alma aprecia. Los viajes nos
enseñan más que cualquier experiencia. Hay que estar dispuesto a que nos
seduzca el paisaje, a que nos enamore la gastronomía, a que llegue hasta
nosotros el diferente modo de ser y estar de las gentes que conoceremos y en
definitiva, de disfrutar de cualquier situación que nos haga distanciarnos de
lo que dejamos en casa y no nos gusta.
Viajar
no es huir. Es encontrar. Se trata de abrir los ojos para mirar de otra forma
lo diferente. Siempre habrá algo que desconozcamos, que sea distinto, que no
sea cotidiano…algo que nos salude esperando encontrar una mano amiga que le
devuelva la cortesía.
Démonos
un viaje siempre que estemos tristes, dejados o aburridos de nosotros mismos. Seguro que encontraremos
aquello que nos arranque una sonrisa y esponje nuestra alma.
Y
si no podemos viajar a cierta distancia, hagámoslo dando un paseo fuera de nuestras cuatro
paredes y si ni siquiera podemos hacerlo así, cerremos los ojos y volemos lejos…muy
lejos…posiblemente soñar sea otra forma de viajar aún más rápida y rica.
He viajado soñando y puedo asegurar y sin equívoco que conozco seres fabulosos.
ResponderEliminarHadas de las mas tiernas alas.
Ondinas de infinita belleza.
Sílfides puras, etéreas frágiles.
Y he conocido asombrado una musa que es hada, ondina y silfide todas en una.
He viajado..!
...!
Mi gratitud más profunda por este sentir tan delicado...al leerlo me ha parecido estar paseando por el Olimpo!...deliciosa sensación***
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