La
felicidad no es una cuestión de tener más, sino de estar mejor. Se trata de la
actitud que adoptemos ante lo que nos sucede, de la aceptación de lo que nos
ocurre y de si tenemos o no, en nuestro pensamiento, aspiraciones, metas o ilusiones
por las que desear un futuro y proyectarnos en él.
Hay una pregunta que debemos hacernos
siempre cuando estemos en una situación desesperanzada:..¿Y cuándo salga de esto…que
es lo primero que haré?. En ese momento nos responderemos desde las
expectativas guardadas en el último rincón del alma y con las ilusiones que
creíamos perdidas sin remedio. Ellas estarán al unísono tirando de nosotros
para recordarnos que aún tenemos algo por lo que vivir, alguien a quién
recordar o situaciones por las que seguir.
Las metas dan a nuestra vida un
propósito y un significado. Sin propósito, los días terminan en la
desintegración del alma.
Nos podemos preguntar por qué tanta
gente pierde la salud después de jubilarse. La respuesta es que en ese momento,
muchas personas, colocan en su calendario la fecha para hacerse “viejas”.
La felicidad no se alcanza con la
autocomplacencia, sino mediante la fidelidad a un propósito que valga la pena.
El requerimiento más esencial del alma humana es la necesidad de que nuestra vida
tenga un sentido, y ese sentido nos lo dan las metas. Si con las metas sabemos
dónde vamos y lo qué queremos, seguro que también lograremos la recompensa que
merecemos. Sin ellas la vida tiene muy poco significado y tendemos a vivirla aburridamente. En general la gente
se siente motivada tan solo por dos cosas, el dolor y el placer. Las metas
hacen que la mente se centre en el placer, mientras que la ausencia de metas
hace que la vida se enfoque en evitar el dolor. Las metas pueden incluso hacer
más soportable el dolor.
Uno de los secretos que nos permiten
sobrevivir en las peores épocas de nuestras vidas es el mismo que sirve para
vivir intensamente la vida en los tiempos mejores.
Comencemos a pensar la meta que está
más próxima en nuestra intención y trabajemos desde ahora por ella. Nos
aseguraremos la felicidad siguiéndonos los pasos como una sombra pegada siempre
a nuestra piel.
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