Creer
que uno ama demasiado puede convertirse en una mala costumbre. Cuando
necesitamos estar pendientes del otro en todos los momentos y precisamos su
atención recíproca llegamos a un estado de codependencia muy dañino.
La sensación de angustia surge cuando
nuestras expectativas van por delante de la razón y juzgamos y condenamos al
otro por no cumplir con lo que esperamos de él.
Si analizamos el problema llegamos a la
conclusión de que realmente somos nosotros los que fallamos. Nadie puede estar
a una altura cuyo listón colocamos a nuestro antojo. Cada uno es como es y de
esa aceptación surge la seguridad de saber cómo estamos, en dónde y por qué.
No podemos a hacer a los demás a imagen
y semejanza nuestra. Ni podemos pedir que sean una copia idéntica al modelo
ideal que está en nuestra mente. Porque poco a poco se instala, en nuestra
exigencia, un pensamiento mágico e ideal que se va a alejando de la realidad y
cuanto más lejos quede de ella, más rechazo experimentamos con lo que está a
nuestro lado.
Es difícil ir para atrás, sobre todo
cuando hemos comenzado a soltar el hilo a nuestra cometa mental y nos hemos
creído dueños de los sueños que depositamos en los demás. Lo malo no es soñar. Lo
peor es querer modelar los sueños a nuestro antojo e involucrar a otra gente en
ellos.
En los momentos en los que choca lo que
esperamos con lo que tenemos es cuando surge la rabia de pensar que estamos perdiendo
lo que un día tuvimos y que poco a poco se cimentan los muros que más tarde nos
separarán. Sin embargo, hay que pararse y reflexionar. Someter nuestra conducta
a una revisión seria y aprender de los errores.
Cada uno es libre para actuar como crea
conveniente y no atendiendo a lo que esperamos de él. Cada cual sabe por qué
hace o deja de hacer esta o aquella cosa. Y hemos de aceptarlo así porque de
otro modo viviremos eternamente con la pretensión de tener junto a nosotros alguien
que no es quien esperamos y esa continua insatisfacción cobrará muy pronto su
precio.
Nada hay más bello que la libertad. El
aprendizaje que hay que realizar está ligado al profundo respeto que hay que
conceder a este inconmensurable poder.
Por el bien nuestro y por el de los
demás.
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