Los
números y las fechas tienen mucho que decir en la vida de cada uno. No hay
tantos tiempos especiales en la vida como para no recordar los que
verdaderamente nos marcan, sobre todo si esos momentos tienen que ver con el
nacimiento o la despedida.
Nuestra historia es una sucesión de
tiempos sostenidos con dígitos que
marcan hitos. Son números especiales para cada cual en los que a veces se ven
implicadas otras personas y otras, es uno mismo el protagonista de ellos.
En mi calendario hay una fecha tan
especial como importante porque marca un antes y un después en mi vida.
Uno se da cuenta de que está solo cuando ella no
está a tu lado más. Y comenzamos a vivir una vida diferente, un tiempo en el
que desaparece el apoyo y la comprensión incondicional y donde comienza la
verdadera batalla por la necesidad de llevarla pegada, siempre, al corazón.
No soy partidaria de los aniversarios
como tal, sobre todo porque me parece que quieren poner de manifiesto el valor
de un momento que por quedarse de alguna manera, olvidado, el resto del tiempo,
hay que destacarlo. Para mi todos los días son iguales con respecto a su recuerdo; todos, doy gracias porque
haber podido formar parte de su vida y, a veces, ser su vida misma.
Posiblemente, no necesite una fecha en
el calendario para rendirle mayor culto a su memoria. Tal vez, la fortaleza de éste, en mí, es lo
que sostiene mi día a día y el que logra aflorar siempre lo mejor de su
pedagogía.
Posiblemente, una persona sea amor para
muchas. Pero estoy segura de que cada una la sentimos de forma distinta.
No todos los
hijos aman igual, ni a todos se les quiere lo mismo, por mucho que pretendamos
igual el rasero del afecto. Hay afinidades sutiles, identificaciones profundas
que acercan tanto que uno parece fundirse con aquello de quién procede. A
veces, sucede lo contrario. Por mucho que amemos no vemos más que diferencias
insalvables.
Al fin, lo único que sé, es a todos nos
sucede lo mismo. Es el nombre que pronunciamos en primer lugar y el último que
se nos olvida, aún con Alzehimer.
Hoy no quiero recordarte, mamá, de forma
especialmente amarga. Quiero convertir esta fecha en uno de los pilares
trascendentales de todo el calendario de mi vida.
Por lo que significó tu paciencia, tu amor y tu
dedicación a mí, no hay fecha diferente. En todo momento te quiero y te venero
de la misma forma. Hoy…, ¡cómo no!, también.
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