Hay problemas que no podemos quitar de
la cabeza. Acontecimientos que nos desbordan, noticias inesperadas que nos
asolan o simplemente ideas que se repiten en nuestra mente y que son las
responsables de los fantasmas que nos acompañan siempre.
A veces, gran parte de este rosario de
males mentales solamente viven en nuestro interior, pero somos tan buenos
constructores que podemos levantar auténticos rascacielos con ellos. Lo peor de
lo que consideramos inconvenientes es que no valoramos su parte positiva,
porque todo en la vida la tiene.
Sobredimensionamos
consecuencias que, o no llegan, o no lo
hacen como las recreamos en nuestra testaruda cabeza únicamente empeñada en
mantenernos siempre preocupados.
Es
una excelente estrategia la de la distracción. Mantenernos ocupados en temas
sin aparente importancia, cautivados por hobbies que nos agraden o simplemente,
por actividades que nos dejen resbalar por el tiempo ocupados constantemente.
Hay
que desviar la atención hacia lados de la vida más amables. Se trata de dejar
que la vida resuelva lo que parece que no tiene solución o, que al menos
nosotros, no podemos encontrarla por más
que nos empeñemos en ello.
Mi
madre solía decirme siempre que la mejor terapia para los problemas era la “actividad”.
Estar ocupado, hacer algo, invertir el tiempo en utilidades, por pequeñas y
simples que nos parezcan.
Este
método tiene una magia especial, una capacidad inmediata de desviar la atención
y descentrar la reiteración con aquello que nos hace daño o nos convierte en
esclavos de lo que tememos.
Por
eso, cuando más preocupada estoy más recetas de cocina me apetece elaborar.
Muchas
veces, una tarta me ha salvado del malestar de un buen disgusto. Ha puesto un
punto dulce en mi boca con el que me he enfrentado mejor a él o, al menos, me
ha obligado a sentarme frente al resultado de mi distracción y por un momento
he pensado en otras cosas.
Sana y saludable terapia.
ResponderEliminarCuando enfrento problemas acostumbro meterme a mi taller y elaborar algún elemento útil o reparar algún trasto o reformarlo o mejorarlo.
Leer o escribir los dejo para los momentos sublimes y no merecen servir de pretexto para pasar "de agache" como dicen los chicos.
Me encantaría compartir contigo una tarta producto feliz de tus momentos de tensión y el vinillo que siempre esperará.
Un abrazo y gracias por el sano consejo.
Saludos...desde el otro lado del atlante mar.
...!
Un brindis por la sintonía del pensamiento y por ese espíritu que compartimos en este rincón con tanto agrado!!***
ResponderEliminarGracias...es agradable compartir pensamientos y visiones con espçíritus como el tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo desde el otro lado del atlante mar.
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