Volviendo
a leer la entrada de ayer reparé en esta frase: …”La energía Universal no crea algo de la nada. Sólo
crea aquello para lo que ya has establecido el espacio energético en tu propio
mundo”. Si
realmente esto es así, tendríamos la posibilidad de crear absolutamente todo lo
que nos sucede, lo bueno y lo peor.
“…Tú
tienes toda la sabiduría y el conocimiento del Universo a tu disposición y tu
capacidad de utilizarlo sólo está limitada por tu sistema de creencias.”… Creer en uno mismo se convierte, entonces, en la
llave de todo lo posible y lo imposible.
Todo
esto sería muy bonito, muy útil y muy necesario si pudiésemos creer en ello
fielmente. Lo peor es llegar a ese punto. Ya es bastante si estamos leyendo esto,
si lo pensamos, si le damos crédito dentro de nosotros. Es bastante si nos
acercamos con curiosidad o si esas mismas ganas de aferrarse a uno mismo, nos
llevan lentamente a discurrir por el
mensaje que hay en estos pensamientos y de paso a tener fe en ellos.
A
veces, cuando me siento mal quiero recurrir a estas afirmaciones en las que
todo puede cambiar con un chasquido mental y un latigazo energético del
corazón. Quiero pensar que es posible, cierro los ojos e imagino una gran
pantalla de fondo blanco donde escribo, mentalmente, con letras inmensas, lo
que me sucede, lo que deseo, la gratitud que tengo o la ayuda que preciso.
Quiero
imaginar que alguien está recibiendo mi mensaje, que lo recoge instantáneamente
y que sin más el milagro sucede y se abre dentro de mí ese canal energético de
recepción por donde comenzará a obrarse el cambio.
No
sé si lo que hago tiene algún sentido. No sé si posee ese efecto que pongo en
mi intención. Lo que sí sé es que me deja tranquila…al menos por un buen rato y
que, entre las veces que se cumple y las que espero que lo haga se me pasa
mejor la vida y sus quimeras.
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