Nuestro
sentido de lo que somos determina cuáles han de ser nuestras necesidades y las
cosas a las cuales les atribuiremos importancia en la vida; y todo aquello que
nos parezca importante tendrá el poder de perturbarnos e irritarnos. Esto se
puede utilizar como criterio para descubrir hasta qué punto nos conocemos a
nosotros mismos. Lo que nos importa no es necesariamente lo que expresamos ni
aquello en lo cual creemos, sino aquello que se manifiesta como serio e
importante a través de nuestros actos y de nuestras reacciones.
Entonces
conviene preguntarnos: “¿Cuáles son las cosas que me irritan y me alteran?” Si
las nimiedades tienen el poder para molestarnos, entonces eso es exactamente lo
que creemos ser: un ser insignificante. Esa será nuestra noción inconsciente.
¿Cuáles son las cosas insignificantes? En últimas, todas las cosas son
insignificantes, porque todas las cosas son transitorias.
Si la paz es realmente lo que
deseamos, debemos elegir la paz. Si la paz fuera más importante para nosotros
que todo lo demás y si supiéramos de verdad que somos espíritu en lugar de un
pequeño yo, no reaccionaríamos sino que nos mantendríamos totalmente alertas
frente a situaciones o personas difíciles.
El
mundo siempre se encarga de que no nos engañemos durante mucho tiempo acerca de
lo que pensamos ser, mostrándonos las cosas que realmente nos importan. La
forma como reaccionamos ante las personas y las situaciones, especialmente en
los momentos difíciles, es el mejor indicador del conocimiento real que tenemos
de nosotros mismos.
No hace falta una creencia para
saber lo que somos. En efecto, todas las creencias son obstáculos. Ni siquiera
necesitamos alcanzar la realización, porque ya somos lo que somos.
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