Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 9 de marzo de 2014

EL UNIVERSO EN CADA CÉLULA



Estoy leyendo un libro recién estrenado en el mercado, “Yo, mono” de Pablo Herreros Ubalde. Me apasiona el conocimiento de nuestros ancestros y sobre todo la forma de habernos diferenciado de ellos, si es que en realidad lo hemos hecho, en base a nuestras conductas, nuestro pensamiento y el lenguaje oral.
         Descubrir que estamos muy cerca de los chimpace o los bonobos  en multitud de comportamientos básicos de las sociedades y grupos actuales, de la forma en que nos organizamos políticamente o en la manera de colaborar o ponernos zancadillas, unos y otros, es algo fascinante.
         El universo se ha quedado plasmado en nuestras células. No nos hemos despegado de nuestros antepasados y lo único que hemos logrado es salvar la cooperación y en amor en la remodelación de los procesos instintivos que hemos llevado a cabo desde que nos consideramos humanos.
         Sin acercamientos y aportaciones mutuas no hubiese sido posible ni siquiera la vida. Hace 5.000 millones de años, el mar fue el testigo de una peculiar boda entre dos tipos de células, las procariotas, sin estructura, y las eucariotas, sin núcleo. Ambas tenían opciones diferentes para comportarse con respecto a la otra. Podrían haberse fagocitado y con ello se hubiese anulado todo resquicio de vida por siempre o, por el contrario, podían colaborar, aportarse lo que cada una era capaz de dar…amarse, en definitiva, para comenzar la aventura más maravillosa posible: la vida.
         De todo lo que llevo leído, lo que más me ha sorprendido es el mensaje que nos da la especie a lo largo de su  filogénesis.
         Solamente se avanza cooperando y únicamente se progresa en colaboración. Es todo lo contrario a lo estamos empeñados a practicar. La competencia y la falta de compasión pueden derivar en la anulación del grupo en virtud de unos pocos que a su vez se autodevorarán.
         Dice el autor que la anatomía humana está diseñada para cooperar y que sin duda todo esfuerzo conjunto cuenta.
         Cada una de nuestras células, lo saben. El corazón, también. Por eso, solamente el amor será el vínculo que permitirá que la vida no se extinga nunca y que a pesar de la distancia cronológica con nuestros antepasados, continúe avanzando hasta lo mejor de sí misa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario