Es
curioso como las personas pasamos por
los mismos trances sin saberlo. Imaginamos que lo que cada uno vivimos es algo
único; a veces, de lo peor que puede pasar y que esta angustia que vivimos en
la soledad de nuestra intimidad es, cuanto menos, inconfesable.
El
otro día escuchaba a un personaje muy conocido en España cómo había sentido
miedo al besar a su padre muerto en contraposición a todo lo que le quería y
había sentido por él. Su rostro frío y aquella inexpresión infinitamente
ausente, le había dado miedo.
¿Miedo,
piensa uno cuando pasa en suceso?¿miedo a quién tanto se ha amado?¿miedo a no
saber si está ya en ese cuerpo o es un cuerpo vacío?¿miedo aunque sea un ser
inerte?¿miedo a encontrarnos con la
muerte ante nosotros con sus incógnitas llenas de definitiva huída?.
Me
causó sensación porque yo sentí lo mismo y porque de igual modo, me sentí
culpable de aquel impresión mucho tiempo; aún me asalta en muchas ocasiones.
Quisiera
haberme despedido con lágrimas, con rabia o con dolor infinito hecho gritos.
Quisiera haberme acercado sin huir. Quisiera no haber posado levemente mis
labios sobre su rostro como si estuviese a punto de salir corriendo. No tiene
sentido y sin embargo, he comprendido, el otro día, que no me ha pasado a mi
sola. Que realmente uno se asusta ante lo que no conoce, ante la pérdida
inexorable, ante la nueva situación de seguir amando sin amada o sin amante.
No
me perdono que el paso de su muerte por mis manos fuese tan breve y sin embargo,
me reconforta otra sensación profunda que sentí también en aquel momento: la de
que ella no estaba allí ya. Que en realidad tenía ante mí el templo que había
recogido su alma y que tantas veces sirvió para expresarnos el afecto, pero que
su espíritu grandioso y lleno de luz se encontraba en otra dimensión desde la
que poder seguir amándome.
No
se muere dos veces, por lo tanto no podré remediar lo que sentí entonces. Me
quedo con lo feliz que fuimos durante su vida, al fin y al cabo, eso seguro
estuvo dentro del bagaje de sentimientos que se llevó consigo para seguir
siéndolo.
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