Me pregunto qué trampa especialmente
seductora tiene la noche para mantenernos despiertos absortos en nuestros
miedos. Me digo a mi misma que todo pasa, que alguna cosa cambiará para que la
realidad oscura y vacía que a veces se nos presenta, pueda cambiar y sobre todo
me repito que el sol sale de nuevo todos los días y la luna asoma todas las
noches y que en sus respectivas soledades, uno y otra, están llenos de fuerza.
Sin embargo, cuando la oscuridad nos
deja a solas con nuestra mente es cuando padecemos la amarga soledad ante nuestros
problemas o ante aquello que sin serlo se agranda como un castillo de humo en
el firmamento, para demostrarnos que cada vez somos más pequeños.
Cuando se tambalean los pilares del
edificio emocional es cuando la mente, siempre tan contradictoria, a pesar de
lanzarnos al abismo también nos envía una cuerda. Es entonces cuando rebuscamos
en lo aprendido hasta el momento, cuando tienes que sentarte frente a ti mismo
para hablarte alto y claro, recurriendo a la fuente inmensa de tu amor, esa que
incondicionalmente siempre estuvo ahí y siempre estará aunque ya no te
acompañe. Ella tiene respuestas. Solamente hay que pedírselas.
¡Tantas veces la necesito tanto y no
está…! Que me pregunto ¿Qué hubiese hecho ella en mi caso? …Si la tuviese
delante y encontrase el valor suficiente para confesarla mis errores me habría
ganado una excelsa riña, pero también sé que entre sus consejos dolorosos iría
mezclada la ternura para remediar la tristeza de sentirme así. Sé también que entre
la rabia infinita de reconocer mi mala memoria para con su ejemplo habría
obviado mi despiste con un perdón infinito ante mis debilidades.
Me pregunto con qué ojos miraría los
míos y qué mano tendería hacia mí para acercarme a su pecho y estrecharme entre
sus brazos.
Se sentaría a mi lado y después de ceñir
mi voluntad a sus quimeras me acogería su sonrisa para decirme una vez más que
todo pasa, que nada me turbe, que en quien Dios confía nada teme y que en todo
ello está la confianza de sentir la fortaleza que nos constituye para seguir
abrazando la vida…que siempre, siempre…nos espera fuera.
No fue un sueño, simplemente una mala
noche.
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