Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 10 de julio de 2013

LA TALLA DEL CORAZÓN




         Siempre he pensado que me gustaría tener una talla XXL para el corazón. Un trazado ancho y seguro donde nada apriete y en el que, seguramente, pudiese invitar a más gente para cobijarse en él.
         Esta talla es la que debería importar, verdaderamente, al mundo. Y en función de ella debería estar la selección de las profesiones, de los políticos, de los directores del espíritu, de los apoderados de la fe y de tantos y tan importantes roles tiene la sociedad.
         Tener el corazón grande significa comprender, saber perdonar, eludir el rencor y dar apoyo a quienes lo necesitan. Pero esto no quiere decir que la talla del corazón se convierta en un colchón de agua al que todo el mundo puede pisar. Usar talla XXL para el corazón significa no dejar que abusen de la bondad, ni permitir que la injusticia se adueñe de la vida de otros, ni someter desde la mano de hierro escondida en el guante de seda.
         Una vez leí que el verdadero problema al que se enfrentaba el mundo de la política era el de la selección de candidatos, no el de la elección de ellos por votación. Lo primero es previo y si efectivamente no se selecciona por talla del corazón nos podemos encontrar con las aberraciones que hay por doquier en cualquier parte y que están tan lejos de lo deseable.
         Lo difícil es hacer que el corazón se esponje y aumente cuando está constreñido y arrugado. Lo peor es saber por qué se encuentra en tan mal estado y sobre todo, lograr que se dilate sin miedo.
         Los temores, la inseguridad, el desamor o las traiciones puede que nos hayan ceñido el corazón al mástil de la ira, la venganza, el odio o la agresividad. Responder con lo mismo que se recibe es, a veces, el único camino que parece que nos queda para recuperar la autoestima, sin embargo, no entendemos que es la única vía que verdaderamente nos daña.
         El corazón no tiene paredes, ni límites ni fronteras. Puede expandirse tanto como deseos tengamos de amar y ser amados; tanto como estemos dispuestos a hacerlo. Busquemos la talla del nuestro y si es un poco estrecho…basta con respirar, imaginar que se agranda y dejar que siga su camino hacia su propio bienestar, que seguro que será también el de todos los que nos rodean.

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