Me he encontrado esta fábula hace varios días y quería compartirla con vosotros para reflexionar sobre el rencor; ese al que hemos aludido en la entrada de ayer que debe desaparecer de los recuerdos para practicar el verdadero perdón.
Veamos...
Dos hombres habían
compartido injustamente una celda en prisión durante varios años,
soportando todo tipo de maltratos y humillaciones. Una vez en libertad,
se encontraron años después. Uno de ellos preguntó al otro: - ¿Alguna vez te
acuerdas de los carceleros? - No, gracias a Dios ya lo olvidé todo – contestó -
¿Y tú? - Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas – respondió el otro Su
amigo lo miró unos instantes, luego dijo: - Lo siento por ti. - Si eso es así,
significa que aún te tienen preso. (Fabula)
El rencor, es un sentimiento de enojo profundo y persistente; un resentimiento arraigado que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente. El origen del rencor puede deberse a varias razones,( insulto, abuso de confianza, engaños, ofensas, maltratos,) el daño en fin, que otras personas pueden hacernos. El resentimiento se va acumulando hasta que finalmente se convierte en deseo de venganza. Todos lo hemos padecido en alguna ocasión, adoptando a veces un comportamiento que va en contra de nuestra verdadera personalidad, para soportar los desequilibrios, y angustias que este sentimiento genera. Generalmente, todos vivimos fieles a nuestros patrones de conducta, pero estos no siempre coinciden con las conductas de los demás. Mientras a algunos una ofensa grave puede parecerle intolerable, otros pueden considerarla como algo exento de importancia.
Si sientes que alguien te ha maltratado injustamente, es la vida quien lo ordenará, pero uno no debe convertirse en juez, solamente debemos de ser responsables de nosotros mismos, modificando los patrones de asociación, teniendo en cuenta de que si alguna persona nos defrauda, no significa que las demás personas también vayan a engañarnos. Nosotros somos únicos, no cometamos el error de intentar que otros piensen como quisiéramos. Nunca la otra persona podrá ser como necesitamos que sea, y existen por tanto numerosas posibilidades de que nos defrauden numerosas veces. Es necesario aprender que todo cambia, y que también nosotros somos capaces aun sin quererlo de defraudar.
Si tomamos la decisión de convertir la amargura, y la rabia profunda en un resentimiento duradero, estaremos fabricando RENCOR, un arma peligrosa que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente impidiéndonos disfrutar de la vida. Y no olvidemos que muchas veces, hace más daño el rencor que las ofensas recibidas.
El rencor, es un sentimiento de enojo profundo y persistente; un resentimiento arraigado que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente. El origen del rencor puede deberse a varias razones,( insulto, abuso de confianza, engaños, ofensas, maltratos,) el daño en fin, que otras personas pueden hacernos. El resentimiento se va acumulando hasta que finalmente se convierte en deseo de venganza. Todos lo hemos padecido en alguna ocasión, adoptando a veces un comportamiento que va en contra de nuestra verdadera personalidad, para soportar los desequilibrios, y angustias que este sentimiento genera. Generalmente, todos vivimos fieles a nuestros patrones de conducta, pero estos no siempre coinciden con las conductas de los demás. Mientras a algunos una ofensa grave puede parecerle intolerable, otros pueden considerarla como algo exento de importancia.
Si sientes que alguien te ha maltratado injustamente, es la vida quien lo ordenará, pero uno no debe convertirse en juez, solamente debemos de ser responsables de nosotros mismos, modificando los patrones de asociación, teniendo en cuenta de que si alguna persona nos defrauda, no significa que las demás personas también vayan a engañarnos. Nosotros somos únicos, no cometamos el error de intentar que otros piensen como quisiéramos. Nunca la otra persona podrá ser como necesitamos que sea, y existen por tanto numerosas posibilidades de que nos defrauden numerosas veces. Es necesario aprender que todo cambia, y que también nosotros somos capaces aun sin quererlo de defraudar.
Si tomamos la decisión de convertir la amargura, y la rabia profunda en un resentimiento duradero, estaremos fabricando RENCOR, un arma peligrosa que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente impidiéndonos disfrutar de la vida. Y no olvidemos que muchas veces, hace más daño el rencor que las ofensas recibidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario