Cuando se
habla de perdón frecuentemente escuchamos: …” Perdono pero no olvido…”. Esta
frase es una realidad para todos, aunque estemos pensando que a nosotros no nos
afecta porque si logramos perdonar no olvidar sería una traición a ese acto de
beligerancia.
Muchas veces
he pensado en la certeza de la frase y no por ello creo que se empañe la
intención de dejar partir el rencor y la ira que nos liga a la falta de perdón.
No existe el olvido, no se puede olvidar a una persona o un hecho, simplemente se supera. Superas relaciones, superas miedos, superas pérdidas, superas heridas, continuamente superamos cosas, pero no las olvidamos.
No desaparecen de un día para el otro ni de un año a otro de nuestra mente, simplemente comenzamos a darle importancia a otras cosas u otras personas que nos van alejando de lo que nos causa daño hasta que logramos que no nos afecten más. Es una cuestión más que nada, de tiempo pero sobre todo de la actitud en él.
No existe el olvido, no se puede olvidar a una persona o un hecho, simplemente se supera. Superas relaciones, superas miedos, superas pérdidas, superas heridas, continuamente superamos cosas, pero no las olvidamos.
No desaparecen de un día para el otro ni de un año a otro de nuestra mente, simplemente comenzamos a darle importancia a otras cosas u otras personas que nos van alejando de lo que nos causa daño hasta que logramos que no nos afecten más. Es una cuestión más que nada, de tiempo pero sobre todo de la actitud en él.
Las emociones se acomodan con el paso del tiempo y empiezan
por encontrar su lugar en los rincones del alma en los que se han quedado.
Una muerte,
el final de un amor, la pérdida de algo querido…cuando logra traspasar la
barrera de la desesperación que nos causa de inmediato, se asienta de otra
forma. Empezamos a encontrarlas de forma cotidiana e incluso la tristeza se
hace amiga. Nos acostumbramos al malestar y poco a poco éste se va
transformando en otra cosa.
Olvidar es
imposible. Nada de lo que ha pasado por nuestra experiencia puede quedar borrado
de la memoria. Esto es algo ante lo que no podemos hacer nada. Lo que si
podemos es disponer de nuestra actitud, de una u otra forma, frente a lo que
sentimos cuando recordamos. Depende de nosotros querer revivir los momentos
amargos, las sensaciones de desazón o incluso las de felicidad si lo que se recuerda
hace daño.
Olvidar no
se puede. Recordarlo, sin pena o sin dolor y, sin rencor, sí.
Recordemos
que sobre lo que tenemos verdadero poder es sobre lo que hacemos con los
sentimientos porque no podemos evitarlos por mucho que nos empeñemos en luchar
contra ellos. Son como son, efectivamente, pero no por ello podremos dejar de
recolocarlos más allá del ojo del huracán que nos invade cuando nos duelen.
Estoy de acuerdo con todo.El rencor no conduce a nada ,por lo menos positivo.Olvidar vale que no se debe,aunque sólo sea para no caer más veces en los mismos errores.
ResponderEliminarMi querida Escarlata...todo sirve...todo...hasta los malos ejemplos, al menos para no seguirlos.
ResponderEliminarUn beso*