Todo está en crisis. El límite domina nuestras vidas. Nos sentimos en el filo de los problemas que nos acosan por todos los lados. Y lo peor de todo es la pérdida de confianza en que la vida vuelva a sus cauces de normalidad. Arrastrados como por una corriente de desalientos empujamos de nosotros mismos para no caer. En este carrusel de desatinos, al que hemos llegado en cualquier parte del mundo, se nos olvida que vivir es muy sencillo. Basta respirar. Respirar profunda, serena y tranquilamente. Tal vez, éste ejercicio de supervivencia básico lo hemos obviado como solución a nuestras crisis de ansiedad, nuestros miedos o al pánico que experimentamos en determinadas circunstancias, cuando en realidad no hay absolutamente nada que hagamos con más frecuencia y que sea más importante para mantenernos vivos. La respiración es la puerta de la serenidad del alma. Nada mejor para calmarnos y sentir que la paz se instala en nosotros, nos inunda y nos eleva. Deberíamos dedicar un tiempo diario a hacerlo de forma consciente. Sentados en nuestro rincón preferido de la casa, recostados en el sofá que siempre usamos o tumbados en la cama al dormir o despertar. Cerrando los ojos e imaginando un color, aquel con el que nos sintamos tranquilos, alegres o identificados y poniendo en práctica el relajante ejercicio de pintar el cielo con él. Mientras realizamos esta tarea comenzamos a ser conscientes de nuestra respiración. Inhalamos profundamente, reteniendo el aire en lo que nos dé tiempo a contar entre 4 y 7 y lo soltamos en el mismo intervalo de tiempo. A lo largo de un corto periodo sentiremos que el sosiego llega y nos regala la paz que necesitamos.
Lo mejor de todo es poner en práctica la respiración consciente con rapidez en cualquier situación. No es necesario que nadie se entere de que nos estamos poniendo nerviosos, que tenemos una crisis de pánico o que la ansiedad nos ahoga. Sabemos cómo resolverlo y en nuestra intimidad, aún delante de quien sea, comenzaremos a respirar como lo hemos hecho en nuestra casa. Pronto acudirá en nuestra ayuda la calma que necesitamos para reaccionar con seguridad.
Comenzamos la vida respirando y la abandonamos cuando cedemos la respiración. En el medio de ambos ejercicios estamos obligados a mantener la salud de nuestro organismo y la de nuestro espíritu que comienza de nuevo por saber respirar.
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