Hay personas que parecen atraer los golpes de la vida. Gentes sencillas y de buena fe que, sin embargo, tienen mil adversidades que les asolan continuamente.
¿Quizás atraemos lo que vivimos?¿Posiblemente provenga de una memoria celular a la que no podemos resistirnos?¿Tal vez lo hayamos creado con nuestra actitud derrotista y negativa? ¿Pudiésemos haber hecho un pacto con la oscuridad en otras vidas?.
Estas y otras cuestiones más, se plantean continuamente como explicación plausible acerca del porqué de tanta sin razón acumulada en el mismo sitio.
No es fácil esquivar los golpes de la vida. Tenemos que ser como los hábiles púgiles en su ring.
No es cuestión de fuerza, es la táctica lo que importa. La precisión, la velocidad, los bailes para esquivar y elegir el momento perfecto para contrarrestar el ataque. Es la valentía interior, el arrojo y la determinación, lo que decretará el signo de la victoria.
A veces, la vida te echa un pulso. Te pone a prueba. Te ofrece unas fichas de ajedrez para observarte cómo juegas la partida. Y te tumba si no haces tus movimientos con limpieza, audacia y valor.
Se tú mismo/a. Indaga las cualidades más sutiles de tu ser. Ponlas en juego; honestamente. Sin trampas. El resto llegará solo…
Y si no llega, siempre te tienes a ti. Siempre que sepas sacar lo mejor tuyo y no le engañes a la vida, porque la existencia no te permite engaños y tarde o temprano vendrá a pedirte cuentas y resolverá tu saldo.
A favor o en contra.
Tú decides.
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