Dijimos
que “aún nos quedaba” ver juntos
El
canto inocente de las alondras,
Su
pasar radiante sobre nuestro amor en vivo,
Su
aleteo envolvente anidando
sobre nuestro gozo perdido.
Dijiste
que nunca te irías lejos,
más allá del horizonte limpio
Más
acá de la esperanza rauda
Más
aquí que del allí sentido.
Dijiste
que construirías para mí
Una
casa de flores y fresas,
De
retozos impíos y alegrías tiernas.
Dijiste
que saltaríamos juntos, montes y fronteras
Qué
nada podría impedir un amor sin tierra.
Y
creí que tus palabras eran semillas
Que
nacerían en el centro de mis piernas
Y
que de ellas tomarías el agua clara
Que
descifrase tu voz sedienta.
Dijiste
que en este mundo y mientras tú vivieras,
Sería
tu amor eterno,
El
del alfa y el omega.
Tanto
dijiste, que se han callado
Hasta
las madreselvas.
Todo
en silencio ahora.
Todas, horas muertas.
Todas, horas muertas.
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