Uno
de los vínculos más dañinos para la personalidad y la conducta sana es la
dependencia afectiva.
Hay
personas, sobre todo se da en el sexo femenino, que tienen una estructura
mental dependiente. Suelen ser personas agradables, empáticas, que tratan bien
a todo el mundo, solidarias, amables…pero que buscan un hombre con el que
generar un nivel de dependencia enorme, donde le idealizan o minimizan sus
defectos, para sentirse útiles tratándoles bien. A cambio están convencidas de
que él las salvará, ayudará y estará pendiente de su bienestar por siempre.
Esta
es una idea absolutamente equivocada que causa mucho sufrimiento. El lema que
emplean es : …” Si tu eres feliz, yo soy feliz” y para ello dejan estudios,
amigas, compromisos y cualquier
situación que le aparten de estar “ al servicio” de la felicidad del otro.
Son
personas que siempre ceden, que no provocan discusiones, que dejan pasar las ofensas con tal de no
perder la pareja, porque romper significa en su vida un desgarro emocional
insoportable. Es como si la vida dejase de tener sentido. Todo se derrumba.
Este
tipo de personas viven una fantasía: …” Si yo trato bien a todo el mundo, el
mundo me va devolver lo mismo”.
Hay
que sanar estos vínculos para que las relaciones sean fluidas y se desarrollen
en un contexto emocional de libertad, independencia y compromiso flexible.
No
necesitamos de nadie para ser felices. Otra cosa es la maravilla de compartir
la felicidad con una interdependencia saludable.
El
camino es cambiar patrones mentales limitantes entre los que están:
· Tú eres más importante que yo
· No puedo estar sola/o
· Necesito de ti para ser feliz
· La felicidad tuya está primero porque de otro modo
me siento egoísta y culpable.
· Tengo terror a ser bueno conmigo misma/o
Hay,
por tanto, que conquistar la autonomía propia porque ese estadio es el síntoma
de la salud emocional.
(Reflexión basada en la conferencia de Bernardo Stamatea, "Mejorar la Autoestima")
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