DOMINGO ANTERIOR
.-¡Robert dame ese juguete!.- El pequeño la miraba sonriente y
burlón. Parecía gustarle el hecho de haberse convertido en el centro de una
película de acción. Estaba orgulloso de haber cogido aquel artefacto que se parecía
a los juguetes de su casa.
Swa permanecía en el suelo inconsciente. Su cabeza había rebotado
sobre él varias veces. Steven intentó incorporarse con la intención de escapar.
No podía imaginarse que fuese tan difícil lo que pretendía.
La madre de aquel niño delgado y tembloroso se acercó lentamente
hasta él.
.-¡No vengas mami!. Mataré al malo.-Entre tanto las sirenas de la
policía se acercaban intercambiado los sonidos de peligro que resonaban con
impaciencia.
De pronto, se oyó un disparo seco y sordo al que siguieron unos
estrepitosos chillidos desgarradores (…)
La policía llegaba en varios coches. Uno de ellos se detuvo junto a
esta escena dantesca. Owen salía desgarrado de por la puerta trasera. Aquel
disparo que el niño había protagonizado se había colado directamente en la
cabeza de Swa muriendo al instante.
.-¡Noooooooooooo!.- gritaba el doctor mientras trataban de
detenerlo para clamar su dolor. Aquel desgarro que sintió de inmediato le hacía
sentir que su vida no tenía sentido. Ella yacía sin vida en la acera de una
calle anónima muerta por una causa que nunca le había pertenecido.
No podría seguir viviendo. No quería existir sin la dulce mirada de
la mujer china, sin las caricias que calmaban su ira en intervalos demasiado
cercanos. No quería amaneceres sin luz, ni noches sin brillo. No podría
soportar los gritos del silencio en su ausencia, ni ese portazo que da la
muerte tras de sí cuando se hace presente.
Forcejeó con varios policías que, ante su desesperación, le dejaron
llegar hasta ella. No veía. Las lágrimas nublaron su visión absolutamente. Cayó
postrado ante aquel cuerpo sin vida que se había llevado la suya.
Se abrazó a aquella frágil mujer como si se fundiese con ella. Como
si muriese a la vez. Nadie pudo soltarlo.
Mientras tanto, la policía ponía las esposas a Steven. La gente se
arremolinó en torno a ellos. Los agentes les
separaron haciendo un espacio de seguridad en el cual pudiesen actuar
con tranquilidad; una serenidad que Owen había perdido para siempre.
Ni una sola palabra había salido de los labios sellados de Swa.
Ninguna despedida fue posible. Se había marchado sin decir nada, de pronto, con
misma la levedad con la que llegó a su vida.
Con los ojos fuera de sí, miró a Steven cuando le izaban para
enderezarlo hasta el coche.
.-Pagarás por esto, más allá de donde piensas.- Éste abrumado por
lo lejos que había llegado la situación gritó antes de meterse en el coche
policial.
.-¡Owen, perdóname!. Coge el billete de avión que tengo en mi
bolsillo. Vete en busca de Liu.- La policía intentó meter la cabeza de aquel
detestable hombre bajo la cornisa de la portezuela trasera del coche pero al
resistencia de Steven hizo que fuese primero registrado. Efectivamente, allí
estaban dos billetes destino Corea y una dirección.
Un agente llamó a Owen, quien tuvo que ser arrancado del cuerpo
yacente de su amada.
.-No puede hacer usted otra cosa mejor que rescatar al pequeño. Dos
agentes secretos irán con usted.
Owen, con la mirada perdida, alargó la mano para recoger aquellos
papeles.
Tal vez, la única forma de tener a Swa consigo toda la vida
radicaba en quedarse con aquel niño a través del cual podría salvar su propia
infancia.
Desde la ventanilla del avión miró al cielo que tan cercano veía. Imaginó
todo el amor que tendría aquel pequeño a partir de ahora y el nuevo destino que
daría a su vida en otra parte, en un nuevo lugar.
Cerró los ojos y visualizó toda la ternura que tenía para regalar a
Liu. Respiró profundamente y se quedó dormido.
Nada podía cambiar ya el nuevo rumbo de su vida.
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