Llueve mucho. La gente
anda deprisa por la calle. Todo el mundo busca un refugio. Los coches se
deslizan veloces entre el agua que forma los charcos en las aceras.
Nadie quiere mojarse
pero si ver llover. Se trata de buscar un rincón donde cobijarnos. De la
lluvia, de las críticas, de la presión del día a día, de los fracasos, incluso
de uno mismo.
Hoy es un día para
estar tranquilo.
Os dejo estas
reflexiones que nos acercan a la calma.
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Contempla, observa
la perfección de la creación en todo lo
manifestado. Ríndete a ese poder superior.
Siente la
presencia del Creador y lo creado en todo y deja que esas sensaciones
embriaguen tus sentidos físicos, no más sentidos físicos por unos
instantes.
Permite que esa energía pueda
manifestarse a través de ti y formar parte de tu universo.
Solo deja que la perfección se
manifieste y puedas contemplar ante tus ojos, todo lo creado en un instante
real, iluminado.
Depende de ti
encontrar esa dimensión que te hace conciencia universal con tu alma.
“Siéntate cómodamente en tu lugar sagrado.
Inhala y exhala por la nariz, usando el diafragma (músculo que separa el tórax
del abdomen).
Continúa hasta que vayas tomando conciencia de que la Vida respira por tu
nariz, de que una benévola y poderosa energía te mantiene vital y te conecta
con la existencia toda. La respiración fluye rítmicamente, expandiéndose y
contrayéndose, inspirando y expirando, te relajas, acompañando a tu cuerpo.
Sientes tu energía extendiéndose.
Imagina una luz blanca que te cubre por completo y como un manto te
protege.
Ese aire que inspiras ha viajado
por todo el planeta, por todos los tiempos: te hermana con toda la humanidad
aunque no seas todavía consiente.
Deja que se exprese la energía.
Respira
sintiéndote una unidad con el todo y con todos.
FUENTE: Talleres Energéticos
Elida
Betancor
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