Acuérdate
de mí siempre. Cuando estés triste y añores besos. Cuando camines lento por una
calle sin sombras. Cuando el viento te sepa amargo. Cuando el día no tenga luz
y todo sea aciago.
Acuérdate
de mis ojos felinos salpicados de aventura. De mi risa loca alumbrando tu
tristeza. De la flor que nació en el fondo del fango. De tu vida siempre afuera
recogiéndose en mi vientre alado.
Acuérdate
de mí siempre. Cuando no me tengas y dejes navegar tus ojos en un horizonte
perdido. Cuando huelas la casa que no tuvimos. Cuando abraces a los hijos que ni
siquiera perdimos.
Acuérdate
de las horas muertas que revivimos. De las palabras sordas y del silencio vivo.
De las caricias lentas sobre la piel de lino.
Acuérdate
siempre, que inventamos juntos el amor divino. Que fuiste otro al estar
conmigo. Que lo ganaste todo al haber perdido.
Pero
sobre todo, acuérdate de mi voz susurrando en lo profundo de tu oído; estoy
aquí, aún no me he ido.
Acuérdate
cuál es tu ser, ese que dices que está contigo.
No
lo pierdas nunca; con el perderás mi aroma y mi delirio.
Ahora
estamos.
Seamos
lo que no hemos sido.
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