Hoy,
observando a mi gata, me di cuenta que en ocasiones, en nuestra vida, estamos
en una habitación cerrada y creemos que todo el mundo es lo que vemos
alrededor.
Nuestro
campo de visión es limitado. Nuestro punto de mira siempre continuo y fijo en
un radio constante y nuestra percepción siempre la misma.
No
nos damos cuenta de que en las paredes
continuadas que circunscriben nuestro paisaje hay una puerta. Por eso la salida
a nuestros problemas parece una quimera irresoluble.
Mi
gata se quedó en la habitación entretenida con sus propias pertenencias.
Merodeando y ronroneando sobre las paredes. Inmóvil ante el límite de su mundo.
Fuera estábamos los demás haciendo el ruido propio de la vida cotidiana. Todo
un mundo de movimiento dinámico al que era ajena. Un espacio repleto de
posibilidades al que no podía acceder y sin el cual, se conformaba.
Decidí
abrir la puerta y la vi allí, quieta. Permaneció en el cuadradito que ocupaban
sus patas mirándome temerosa. ¿Tendría
miedo de salir a lo desconocido?,
¿Supondría la existencia de multitud de peligros de los que ahora parecía a
salvo?, ¿prefería ese mundo minúsculo del que conocía todos los rincones?.
Pensé
en la cantidad de veces que nos comportamos así. Agobiados por lo que nos toca
vivir, soportando situaciones difíciles que nos asfixian, rumiando penas detrás
de la ventana y no atreviéndonos a salir a un mundo gigantesco repleto oportunidades.
Nos
quedamos quietos, acostumbrados a nuestras rutinas, a los sinsabores y a las
ausencias de lo que ansía nuestro corazón. No nos atrevemos a cambiar, ni a
abrir la puerta. Lo peor, ni siquiera nos aventuramos a salir despacito cuando nos
la abren.
Tenemos
miedo a lo desconocido porque no nos acordamos que en su momento todo lo fue.
Posiblemente,
si lográsemos salir nos daríamos cuenta de que no somos gatos, sino tigres
capaces de defendernos a nosotros mismos y a luchar por lo que nos susurra el
corazón.
Mi mundo va mas allá de este universo...viajo con la mas poderosa nave que ha inventado el cerebro humano: la imaginación.
ResponderEliminarComienzo por anclar mi nave en el puerto mas cercano y conocido: mi yo, mi concepto de existencia, mi secreto cuarto de operaciones.
Lentamente, sin sobresaltos comienzo a volar...y voy al encuentro de mundos y universos tan fabulosos, distantes, extraños pero todos ellos cargados de experiencias, vivencias, en fin....mil experiencias por vivir.
Hoy por ejemplo hice un viaje fabuloso a varios mundos...y acá estoy de regreso cansado del viaje pero satisfecho de haberlo realizado.
Debí ser "cimarrón" en otras vidas...porque no tolero ni soporto cadenas esclavizantes; creo que pertenezco a ese tipo de gatos que no se conforman con un solo almohadón.
El Marqués
También yo he tenido recientemente una experiencia con mi gata, que me ha permitido reflexionar pero desde otro prisma diferente al tuyo.
ResponderEliminarMi gata vino a casa sola. Apreció por la terraza y ya hace un año que permanece junto a mí. Yo le ofrezco la posibilidad de marcharse cuando quiera, las puertas y ventanas abiertas pero ella sigue ahí, encontrando rincones para sus sueños, dando calidez al ambiente, ronroneando en mi regazo. Ha venido para estar conmigo, para hacerme compañía en mis momentos de soledad no aceptada y acompañamiento en los momentos de deliciosa soledad.
Ayer observé cómo se roza con todo; lo mismo con un mueble, una silla, o mis piernas, que con el borde del portátil, o las anillas de un cuaderno. También juguetea con mis manos y todo lo impregna de su presencia..., o al menos así era hasta que vi..., realmente lo que sucede es que aprecia, ama todo lo que tiene, sin excepción. De ahí su movimiento sensual y ligero, su delicadeza al posarse sobre un cojín, al rozar la pata de la mesa...; auténtica pasión por la vida o más bien un homenaje de agradecimiento constante a todo lo que le es dado en esta vida.
Esta es la enseñanza que me proporciona un animalito que vino a instalarse en mi casa. Pero también hecho de menos espacios abiertos de Orden Natural.
Creo que todos tenemos en los genes algo de "felinos"; algo de la gata de Flor y Nata y la de Xara experimento de cuando en vez.
ResponderEliminarNN
Qué cálidos comentarios!. Lo más agardecido y espontáneo es un animalito porque incondicionalmente vive y expresa el amor.
ResponderEliminarMi gata está llena de miedos desde que llegó a la casa a los tres mese. Siempre teme...si la acaricias se le mueve parte de su cuerpo de forma automática como respondiendo..." es ésto para mi?...Todo es amor lo que recibe de nosotros y aún así no deja de temer.
Por eso la quiero más aún.***
Tienes todo un mundo para ti y por explorar.Todo lo que hay afuera puede ser interesante y muy enriquecedor.Solo hay que atreverse a salir de tu caparazón .A por todas.
ResponderEliminarPues saliéndonos un poco del significado de temer las salidas, el vacío, la incertidumbre de lo que habrá ahí fuera..., quiero decirte que los gatos son animales muy independientes, la caricia es algo muy íntimo. Prueba a achucharla más que acariciarla. Quizás eso le guste más. Mi gata soporta las caricias cuando yo siento y toco en profundidad, no de un modo superficial, pues tienen una gran sensibilidad y el contacto superficial no lo soportan. Si te fijas en cómo se roza ella con las superficies, lo hace con decisión y con fuerza..., así es como tienes (creo) que acariciarla. Perderá el miedo y seguramente tú también. Un beso (consejillo).
ResponderEliminarEsa parte "felina" no la tengo, prefiero la cercanía, el contacto, las caricias o sea que tengo deficiencia de genes gatunos.
ResponderEliminarUn abrazo.