El amor es la energía que mueve los mundos, todo lo crea,
todo lo transforma, todo lo eleva. Palpita en todas las criaturas, alimenta
todas las acciones:
El odio es el amor que se envenena.
La pasión es el amor que se incendia.
El egoísmo es el amor que se concentra en sí mismo.
El celo es el amor que se envilece.
La rebeldía es el amor que se pierde.
El orgullo es el amor que enloquece.
La discordia es el amor que divide.
La vanidad es el amor que ilusiona.
La avaricia es el amor que encarcela.
El vicio es el amor que embrutece.
La crueldad es el amor que tiraniza.
El fanatismo es el amor que petrifica.
La fraternidad es el amor que se expande.
La bondad es el amor que se desarrolla.
El cariño es el amor que florece.
La dedicación es el amor que se extiende.
El trabajo digno es el amor que se perfecciona.
La experiencia es el amor que madura.
La renuncia es el amor que ilumina.
El sacrificio es el amor que santifica.
El amor es el clima del universo, es la religión de la vida, es base al estímulo y fuerza de la creación. A su influjo la vida se agrupa en este o en aquel sitio aislado. Cuando se retira la influencia, reina el caos. Con él, todo se clarifica, lejos de él la sombra coagula y prevalece. En resumen, el bien es el amor que se desdobla en busca de la perfección en el infinito según los propósitos divinos y el mal es simplemente el amor fuera de la ley, sublimándose para la inmortalidad.
El odio es el amor que se envenena.
La pasión es el amor que se incendia.
El egoísmo es el amor que se concentra en sí mismo.
El celo es el amor que se envilece.
La rebeldía es el amor que se pierde.
El orgullo es el amor que enloquece.
La discordia es el amor que divide.
La vanidad es el amor que ilusiona.
La avaricia es el amor que encarcela.
El vicio es el amor que embrutece.
La crueldad es el amor que tiraniza.
El fanatismo es el amor que petrifica.
La fraternidad es el amor que se expande.
La bondad es el amor que se desarrolla.
El cariño es el amor que florece.
La dedicación es el amor que se extiende.
El trabajo digno es el amor que se perfecciona.
La experiencia es el amor que madura.
La renuncia es el amor que ilumina.
El sacrificio es el amor que santifica.
El amor es el clima del universo, es la religión de la vida, es base al estímulo y fuerza de la creación. A su influjo la vida se agrupa en este o en aquel sitio aislado. Cuando se retira la influencia, reina el caos. Con él, todo se clarifica, lejos de él la sombra coagula y prevalece. En resumen, el bien es el amor que se desdobla en busca de la perfección en el infinito según los propósitos divinos y el mal es simplemente el amor fuera de la ley, sublimándose para la inmortalidad.
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Nada persiste sin amor, nada tiene sentido sin él…no hay
que buscar muy lejos…empieza por encontrarlo en ti, por saber dónde se encuentra
la fuente inagotable y más tarde ofréceselo al otro.
La vida sin amor es pura ficción que siempre termina por
cansar. Si algo es auténtico es precisamente esa única fuerza cuyo movimiento
es continuo y centrípeto, a la vez que expansivo y multiplicador.
Ama aunque no quieras, aunque no te quieran ama; ama después de no haber querido, ama
a lo que quieres y a lo que querrás, ama a lo que se ha ido.
De cualquier forma, ama siempre.
Una vida sin amor es como un desierto helado en donde nada fructifica.
ResponderEliminarPor lo contrario una alma llena de amor es como la primavera que todo lo lllena de luz y lo adorna de color.
Las almas amorosas fructifican a cada paso, irradian luz y bienestar e irradia luz que ilumina cuanto tocan.
Que locura el amor
ResponderEliminarMis fieles blogeros...el amor es inconmensurable, imprescindible, irremplazable...nada hay igual!***
ResponderEliminarGracias por estar y haceros presentes.