Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 5 de enero de 2012

LOS REYES DE ESTA NOCHE

Los Reyes de esta noche siempre han sido los niños. Ha sido, también, el cóctel de emociones que les acompañan y que se extienden por la casa como la pólvora salpicando a todos. Cuando  recordamos cómo nos sentimos cuando los esperábamos comprendemos  los ojos enamorados de la magia de los pequeños. Al igual que podemos saborear aún el amargo trago de saber que los regalos procedían de los padres. Todo se rompía en aquel momento aunque lo que parecía importante siguiese estando. De qué valían los juguetes si el mejor regalo se había extinguido…éstos se convertían en una compensación breve de la desilusión que habíamos pasado.
         Posiblemente, el secreto esté en creer  que las situaciones que pedimos que nos sucedan son un regalo en manos de la magia del Universo. De alguna forma, podemos volver a la ilusión de niños pero no estando obligados a despertar del sueño de seguir creyendo.
Tal vez, esta noche al cerrar los ojos podamos visualizar todo aquello que deseamos en nuestra vida para ser mejores y vivir más plenamente. Podamos, incluso, vernos derrochando alegría mientras lo gozamos y sintiéndonos plenamente felices por ser merecedores de ello.
Seamos niños de nuevo pero con la ventaja de concedernos los deseos con nuestra propia varita mágica.
La verdadera magia está en la fe. En la creencia imperiosa en que sucederá. Siempre funciona. Los niños pierden esta facultad cuando cambian su creencia y la trasladan a sus padres, entonces sucede lo peor: nunca volvemos a creer en ellos como lo habíamos hecho. Luego entendemos con el tiempo que llevados por el entusiasmo de nuestra ilusión acabaran con la fantasía. Algo cambia en nosotros entonces y nos desconectamos con la posibilidad de creer en nuestros sueños.
Sin embargo, estoy segura de que podemos rescatar a nuestros Reyes Magos personales, los de cada uno…y pedirles, esta noche, todo lo que de verdad anhelemos.
Yo, al menos, voy a hacerlo. Seguro que mañana al despertar la magia habrá invadido mis sábanas e irá detrás de mí, cuando me levante, impregnándolo todo. Ese será mi mejor regalo.

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