Concedemos un peso excesivo al pasado cuando le dejamos intervenir, una y otra vez, en nuestra vida diaria. Es como si la mente estuviese decida a no olvidar y a no hacerlo nunca. Incluso cuando la terrible enfermedad de la memoria se hace presente, el pasado no se ha ido de ella. Si alguna imagen aparece en el recuerdo de estos enfermos siempre se liga al tiempo que pasó y que se perpetúa indeleble en lo poco que queda de sí mismos.
Cuando retrocedemos rememorando las acciones, los errores, los fracasos, añorando lo que pudo haber sido y no fue…estamos viviendo en un escenario que ya no existe. Concedemos existencia real a lo que de ninguna forma puede cambiarse y cuyo poder para hacernos daño se escapa en la distancia temporal que nos separa de ello.
Sin embargo, la voz interna que nos acompaña siempre comienza a dominarnos cuando le permitimos que se ubique en él y que logre convertirlo en una amenaza que no cede ante nuestras intenciones.
Tal vez, convenga poner una de una sola abertura entre las situaciones que pasaron y el momento actual. No podemos olvidar. La memoria es un depósito efectivo que nos ayuda a sobrevivir. Pero sí podemos mirar hacia delante desde la atalaya que nos sostiene. Lo que existe únicamente es el momento presente, ese que demanda de nosotros todo nuestro empeño en ser vivido, el que precisa de toda nuestra atención para ser entendido y disfrutado, el que verdaderamente puede darnos satisfacciones o en el que realmente sentimos frustraciones.
¿Debemos recordar dolores viejos teniendo los nuevos al lado?¿Debemos regocijarnos en felicidades pasadas pudiendo abrazar las que nos envuelven?¿Debemos sufrir por lo que ya no tiene remedio cuando lo que está por venir siempre puede sorprendernos satisfactoriamente?.
Es tiempo de empezar de nuevo. Este es el momento de asumir retos, empeños nuevos y metas deseadas que nos devuelvan una imagen exacta de quiénes somos y no de lo que fuimos. Pudimos ser lo peor, pero siempre podemos llegar a ser lo mejor. Pudimos penar hasta la saciedad, pero siempre podremos gozar hasta el infinito. Porque si de algo estoy segura es de que si hemos sufrido es porque tenemos la inmensa capacidad de sentir, de emocionarnos, de hacer nuestros los sentimientos, de no pasar por la vida sin implicarnos en ella.
El pasado es una empinada cuesta en una calle perdida que no hemos de subir ya. Un camino que no conduce a ningún lugar al que debamos ir.
Si hemos sentido dolor es porque tenemos la grandeza, también, de gozar con la felicidad que nos pertenece.
Creamos en que nos ha de llegar. Creemos las condiciones idóneas para su llegada y entonces…llegará.
Muchas gracias.
ResponderEliminarMe gusta el orden en que presentas Futuro, Pasado y Presente..., parece que has invertido el concepto, y tiene mucho fundamento para entender el proceso hacia uno mismo..., siempre desde el trabajo del sueño, hacia la satisfacción de la vida en el presente, como meta.
Un beso
Xara
Una meta Xara, sí, es no olvidar pero recordando sin rencor, si que haga daño, sin tenerlo como presente ni perpetuarlo como tal. Hay que mirar al futuro, aunque este sea un futuro entendido como presente continuo y cercano...pero sobre todo posible.
ResponderEliminarBesosssss
Vale, manos a la obra.
ResponderEliminarXara