Se nos olvida vivir. Lo hacemos de forma inconsciente sin entregarnos a lo que de verdad supone estar aquí. Oriente y Occidente han mantenido vías de desarrollo y pensamiento diferentes. Mientras al oeste del mundo nos hemos concentrado en el “viaje” hacia fuera, donde todo pasa por el análisis, lo obvio y lo razonable; en el este han comprendido que el “viaje” debe ser hacia dentro en donde todo está conectado y sobre todo, donde las leyes cambiantes indican que más que el análisis lógico la vida, el mundo y sus problemas requieren de una observación silenciosa e interior.
El Dr. Mario Alonso Puig nos desvela, en el libro cuyo título encabeza esta reflexión, el hilo finísimo entre la muerte y la vida. Lo imbricado de ambas y la necesidad de entender que el día en que nacemos, todos adquirimos de alguna manera “una enfermedad terminal” que aunque dure varias décadas nos revela que el balance más triste no es morirse…sino, no saber vivir. No existen momentos ordinarios; cada uno de los que vivimos es mágico si tenemos la visión de poder contemplarlo así. La naturaleza no es muda, sino que somos nosotros los que estamos sordos. La vida es un milagro continuo pero estamos tan ciegos, enredados en hacer de cada acto un problema, que no nos damos cuenta de ello.
El descubrimiento personal más interesante y útil para ampliar los horizontes sobre nuestra realidad es volver la mirada a nuestros actos para revestirlos de humildad y honestidad. “Estamos empeñados en “convencer” cuando lo importante de verdad es comprender”. De alguna forma cuando queremos convencer hay un deseo subliminal de dominar al otro, mientras que cuando podemos comprenderlo se produce de inmediato una sutil conexión que nos da paso a la clarividencia sobre lo que es, lo que hace y por qué. Podemos evitar la rabia, el enojo, la ira y la culpa si logramos conectar, transformando el dolor en amor incondicional desde la clarividencia del corazón.
Lo que creemos se convierte en lo que creamos pero para ello es imprescindible el dominio de nuestra conversación interior. Ante los desafíos de la vida, concentrémonos en lo que queremos, no en lo que tenemos. Juguemos con ventaja y demos la oportunidad al universo de ayudarnos. Cuando simplemente reaccionamos ante las circunstancias nos convertimos en esclavos de ellas. Cuando en lugar de reaccionar, respondemos, nos convertimos en generadores de nuestras propias circunstancias.
COMPRENDER para CONECTAR, no CONVENCER para DOMINAR. Sólo de esta forma la emoción de estar en la misma sintonía nos impulsará hacia la acción transformadora y entonces, todo estará a nuestro favor.
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