Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 10 de junio de 2017

RELENTIZARSE ANTE EL MIEDO



Necesariamente hay que hacer pausas. Refrenarse es la única forma de hacerse amigo de uno mismo. Damos vueltas en círculo cuando abrimos la caja de Pandora de nuestra ira. Levantamos olas inmensas para llenar un pequeño lago. Quemamos mucha pólvora para un mínimo fuego.


En ocasiones, nuestra impulsividad no nos deja controlar las situaciones; sobre todo las internas. El miedo “a”… nos impide una visión clara y un comportamiento sereno que vaya a nuestro favor.
Hay miedos de muchas clases a muchas cosas, a la pérdida, al abandono, a la soledad, al desamor…


Si logramos pararnos, por debajo de todo hay algo muy suave y compasivo deseoso de manifestarse.

…” Había una vez una joven guerrera. Su profesora le dijo que tenía que luchar con el miedo, pero ella no quería hacerlo. Le parecía algo demasiado agresivo, temerario; le parecía poco amistoso. Pero la profesora insistió y le dio las instrucciones necesarias para la batalla. Llegado el día. La estudiante estaba de pie en un lado y el miedo estaba al otro lado. La guerrera se sentía muy pequeña y el miedo parecía muy grande e iracundo. Ambos tenían asidas sus armas. (…) Llegado a un punto, la joven guerrera le preguntó. ¿Cómo puedo derrotarte? Y el miedo replicó:” Mis armas son que hablo muy rápido y me sitúo muy cerca de tu cara. Entonces te pones muy nerviosa y haces lo que te digo. Si no hicieses lo que te digo, no tendría ningún poder. Puedes escucharme y puedes respetarme, puedo incluso convencerte con mis argumentos; pero si no haces lo que te digo, no tengo poder”.


De esta forma la estudiante guerrera aprendió a derrotar al miedo.

Así es como funcionan las cosas en la realidad.
 “Cuando todo se derrumba”. Pema Chödrón. (pag. 56).

Efectivamente, nuestros miedos nos pueden. Hablamos rápido, pensamos embrolladamente, sobredimensionamos lo que tememos, nos ajustamos a la talla de nuestros fantasmas y nos convertimos en nuestros defectos.


Aprender a serenarse en medio de la batalla pasa por respirar profundo, dar espacio al miedo, dejarle que se diluya en un amplio cielo o un ancho mar…respirar; inspirar, exhalar… y después sentir en lo más profundo que “no pasa nada”, que “no estamos solos” y que siempre nos tendremos a nosotros mismos.


Eso sí…recordar siempre el mensaje del breve relato anterior:
 “Si no escuchamos al miedo, no tendrá ningún poder”.

jueves, 8 de junio de 2017

¿Y TÚ... QUE CUENTO TE CUENTAS A TI MISMO?



Hay gente que se pasa la vida contando cuentos. Otros se inventan los que no existen y algunos viven de ello.


Todos nos contamos cuentos alguna vez. Cuando éramos pequeños nos encantaba escuchar cuentos porque de alguna forma, en esos momentos, huíamos de la realidad y vivíamos otra que siempre nos gustaba más.


Hemos crecido y los cuentos no los hemos dejado. Sustituimos a la persona que se encargaba de narrarles por nuestra propia mente y seguimos haciendo creer a los demás y a nosotros mismos que efectivamente la realidad siempre es distinta a como la vivimos.


En los cuentos siempre hay personajes nobles, sinceros y bondadosos; otros malvados y demoledores; y unos terceros que ejercen un papel de mediadores para recordarnos que nada es tan blanco ni tan negro; que existe el gris.


Lo peor de los cuentos es que en ellos hay una especie de engaño. Siempre hay un final feliz. A los malos se les castiga o, al menos, no se salen con la suya. Y los protagonistas siempre enseñan una lección en la que salen beneficiados, ellos y los demás.


La vida no es así. Por muchos cuentos que nos cuenten, los finales casi nunca son felices y las lecciones no son duras solamente para el que lo hace mal, sino que las consecuencias se expanden como el aceite a los de al lado.


En este relato infinito que es la existencia, la narración más importante es la que nos contamos a nosotros mismos. Nos contamos historias y cuentos en los que nos perdonamos o en los que nos condenamos. 


Rumiamos una y otra vez el mismo trozo de pastel y lo saboreamos de tantas formas que terminamos no distinguiendo su sabor.

Es muy importante el cuento que nos contamos a cada instante. Víctimas o verdugos; uno de los dos papeles que nos toca ejercer sin remedio y en el que arrastramos a mucha gente de alrededor.


Posiblemente sea bueno revisar cada noche que cuento nos hemos contado ese día. A quienes hemos hecho brujas o hadas, verdugos o príncipes. Posiblemente, también, no esté de más poner más de un final a nuestras historias. 


Contar cuentos no es malo, siempre que sepamos que un cuento es lo que es y nunca más, ni nunca verdad. Eso sí, puede servirnos para seguir viviendo con cierta despreocupación una vida que de otro modo nos colocaría en un lugar del que queremos escapar.


¿Y qué cuento te cuentas tú hoy?






viernes, 2 de junio de 2017

LO QUE SÉ DE TI...



Lo que se de ti es mucho…

Lo que imagino es más.

Lo que se de ti me asusta…

Lo que imagino me desmorona.

Lo que se de ti puede conmigo,

En lo que imagino te puedo.

Lo que se de ti me acerca,

En lo que imagino te rechazo.

Lo que se de ti siempre es poco,

Lo que imagino siempre es mucho más.

Lo que se de ti me clava en el cielo,

Lo que imagino, en el infierno.

Lo que se de ti me deja sin aliento,

Lo que imagino me quita la vida.

Lo que se de ti me llena de orgullo,

Lo que imagino de rabia e indignación.

Lo que se de ti me lleva a saludarte

Lo que imagino a despedirme.

¿Qué debe pesar más en este dilema?

Mientras imagino,

comprobaré lo que sé.

martes, 30 de mayo de 2017

MOMENTOS COMPLICADOS

Todos queremos cambiar alguna vez en la vida. O bien dejar algo; o adquirirlo. Ser de otra forma, perder costumbres o ganarlas. Porque al fin y al cabo, todo en la vida es pura rutina.

Aprendemos las habilidades básicas del comportamiento repitiendo acciones. Incluso esa forma de reiterar  comportamientos, termina afectando a las relaciones, los sentimientos, los miedos…

Lo positivo de esta forma de aprender por imitación y repetición, está en la posibilidad de modificar lo que hemos adquirido. Desandar lo andado, desaprender lo aprendido.
Nos acostumbramos a todo. Eso es lo malo…y lo bueno, a veces.

Si la vida se normaliza con rutinas, éstas pueden servirnos para empezar nuevos caminos, para olvidar o para continuar en lo correcto.

Sigo pensando, cada vez con más fuerza, que todos sabemos de qué abismos debemos apartarnos y que mares de paz deben ser nuestro remanso.

 Muchas veces estamos confusos o seguimos la inercia de la costumbre. Estamos ahí, apegados a sufrimientos sin saber cómo desengancharnos de las finas pero fuertes cuerdas de la dependencia.

 Estamos así, en un continuo devenir cuya trayectoria se desenvuelve de forma clara y sencilla si logramos cambiar de hábitos, de situaciones, de paisajes, de personas, de sonidos, de olores, de sabores e incluso de espejo.

Mirarnos todos los días en el mismo nos devuelve la misma imagen. También repetida. Hay más espejos. Quien tienes al lado es uno.

Comienza a ver lo que no te gusta y empezarás a querer sanarlo.

No vale con intentar. Intentar lleva consigo un “no”. Parece que nos escudamos en él y descansamos la responsabilidad de conseguirlo.

Si estás en un momento complicado, date tiempo…date espacios…date la posibilidad de cambiar rutinas, hábitos, costumbres.

Deja que la vida te sorprenda. No busques. Solamente vive. 

La vida te buscará a ti.


lunes, 29 de mayo de 2017

TANTOS PAISAJES EN TU VIDA…



Nos pasan cosas. Unas veces esperadas, otras absolutamente impensables. La capacidad de resistir la frustración, el dolor y la tristeza es lo que nos define en el modo de enfrentarnos a ello.

El paisaje de nuestra vida nunca es el mismo. Lo peor es que muchas veces queremos detener la imagen y creemos que podemos hacerlo, pero en realidad nos auto engañamos; no se puede.

El escenario cambia; también los personajes. Ni siquiera nosotros somos los mismos. Tampoco las personas que se van cruzando en nuestra vida. Unas nos dicen adiós; otras nos saludan para dar un  nuevo espacio a la escena que de algún modo volverá a cerrarse algún día.

La vida es así. Como una película. Con secuencias diferentes aunque estén engranadas en un mismo vector.

Comenzamos la semana con una reflexión sobre este film que protagonizamos y en el que ganamos o perdemos cuanto más cerca o lejos estemos de sentirnos bien.

Feliz comienzo.
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…”Tantas veces tenemos que parar la marcha o nos paran. Eso se debe a que el sendero que estamos caminando tiene varios paisajes. Algunos de ellos son oscuros y lúgubres otros nos estancan, otros son gélidos y nos paralizan y otras veces simplemente hacemos un alto en el camino, para buscar otro lugar y ahí torcemos el rumbo.

Todos esos lugares nos enseñan algo que tenemos que aprender.
A veces nos quedamos quietos en un lugar por un tiempo, otras veces por toda esta vida y eso en definitiva es el destino que construimos nosotros mismos, entrelazado con otros seres que nos acompañan en la marcha.

Nada es permanente, pero lo que hoy no es, puede llegar a ser y lo que hoy es, puede dejar de ser.

Elegimos que sendero caminar, solos o acompañados, y a veces predestinados a encontrarnos los unos en los otros. Cuando ese camino te lleva a la evolución del ser, todo fluye; y cuando te pierdes y no te encuentras reflejado en los pasos que das, te estancas.

Haz un alto en la marcha, para ver hacia donde te diriges,  o para ver si te sientes bien dónde estás  con quienes caminas o sigue en soledad, pero dejando que  tu corazón sea  la única brújula confiable que te muestre el sendero a seguir en adelante.”

Elida Betancor