En el medio de la nada,
en el centro de todo,
en el borde del abismo,
en cima de cualquiera,
al lado de nadie,
detrás de otros,
delante de ninguno.
Debajo de la tierra,
Sobre la arena o la hierba,
Flotando en el agua,
Subiendo al cielo,
Como arena encarnada,
Veo tu cara etérea,
Confundida con el olvido
De pensarla tanto
Y huir sin palabras
En medio de las tinieblas
Con tanto hambre y frío.
Sin cuerpo, ni dolores
Ni lamentos ni quejas.
El alma no sabe de días,
Ni de fiestas de los muertos,
Ni tan siquiera,
Si ha partido o está entera.
Por ti y por el resto,
Por mí y por el nosotros
Y por el nunca bien resuelto,
Hoy pongo una flor en el recuerdo
Para fundir lo que nunca debió pasar
Con lo que pasó sin poder creerlo.
Miro al cielo y al suelo.
Cierro los ojos y también muero.
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