Hay personas muy hábiles
en transformar las palabras y darles la vuelta; en aprovechar ocasiones y
convertirlas en otras, en consumir el momento con la voracidad de quien cree
que después no tendrá más y parecer que transita tranquilamente por las horas
del día.
Es una especie de
uso deslizante por la palabra que logran disponer a su favor, apenas sin darse
cuenta.
Pase lo que pase,
siempre ha sucedido de otro modo. Digan lo que digan, siempre han dicho otra
cosa. Vivan lo que vivan, nunca vivieron lo que es.
Esa confusión en la
que enredan a los demás, también, en ocasiones, les ata a ell@s, pero hasta eso
mismo cambiarán y su mente creerá que todo les demuestra lo contrario.
Veamos este breve
cuento
“…Un día de lluvia
torrencial un vecino corría presuroso buscando cobijo, cuando un
hombre devoto le
preguntó:
-¿Por qué corres?
-Corro para no
mojarme -contestó.
-¿No sabes,
desgraciado, que el agua de lluvia es una bendición divina? ¡Disfruta de ella!
-le increpó el religioso.
Impresionado, el
vecino comenzó a caminar despacio, calándose hasta los huesos.
Ocurrió que, otro
día, el vecino vio al devoto corriendo bajo la lluvia.
-¿Has olvidado ya
que la lluvia es una bendición del Señor? -preguntó irónico.
-Precisamente por
eso corro a fin de no pisar esta bendita agua -respondió mientras se perdía
calle abajo."
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