Nadie sabe de qué
está hecho, a qué huele, cómo sabe, que color tiene o de qué forma dispone.
Solamente tenemos sensaciones intensas y profundas de bienestar, de suavidad;
de lo tierno, de lo dulce, del olor a hierba, a tierra mojada o pan recién hecho.
Ni siquiera todo lo
que he dicho se asemeja a lo bueno del amor. Posiblemente, podamos definirlo
por lo que no es y sus contrarios.
El amor no duele.
Es gozo. No engaña. Es verdad. No controla. Sabe que no hace falta. No desconfía. Es pura
confianza. No es infiel. Es fidelidad a ultranza. No es desleal. Es lealtad a
raudales. No es abusivo. Es expansivo. No es para mí. Es hacia ti.
Nos equivocamos
cuando lo hacemos coincidir con el apego, con la toxicidad que exige, pero no
da; la mano de que roza y te deja caer.
La palabra amor
parece que conlleva un concepto muy grande, sin embargo, es muy sencilla y muy
manejable.
Cuando aludimos al
amor llegan a nuestra cabeza sensaciones desagradables, también. Sufrimientos
infinitos, dolores inconmensurables y un sinfín de malestares que nada tienen
con lo dicho hasta ahora. En realidad, estos enredosos displaceres tienen mas
que ver con la codependencia y la equivocación.
Hay mucho que
rescatar del puro corazón del amor cuando existe. Porque como en una flor, las
semillas están en su interior dispuestas a germinar en cualquier momento. Por
mucho tiempo que pase, por muchas situaciones que acontezcan las almas
inbuhídas en el amor se reconocerán disponibles sin lugar ni tiempo por
siempre.
Recordemos, el amor
no es para mí, es hacia ti y en ese dar, recibo lo mismo.
Nada hay mejor.
belo! muchas gracias! dulces sueños!
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