Posiblemente
no lo sepamos.
Nos gustan si estamos felices, no si se nos
impone la felicidad;
Nos
gustan si nos recuerdan a la niñez y la calidez del hogar; No si estamos en una
casa llena de amarguras o sin ningún techo.
Nos
gustan si el dulce olor a mazapán nos lleva a las risas que hemos compartido y
guardado en nuestra retina; no si estamos obligados a comer junto a quienes no
nos une el amor.
Nos
gustan cuando evocamos a los que se han ido pero se hacen presentes en nuestro
corazón con nuestro sentido silencio; no si estamos llorando por quienes se
acaban de marchar o se ha alejado con desprecio.
Nos
gustan si son la forma más bella de expresar que hay esperanza para quienes ahora
mismo no ven colores brillantes delante de sí, ni vislumbran luces ni
destellos, ni creen en un presente continuo en el que, sin duda, todo cambiará.
La
vida nunca se detiene.
Tú
tampoco lo harás.
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