Cierto
día, sentada en la sala de espera de un médico, advertí que una señora de
avanzada edad no paraba de mirarme. Me miraba de tal forma que comenzaba a
necesitar responder de alguna forma; bien rechazando tal actitud o bien acogiéndola
amorosamente como una acto de admiración hacia mi persona.
La
señora se dio cuenta, en su ensimismamiento, de mi percepción. Acto seguido
hizo un comentario bonito sobre el jersey que llevaba puesto.
.-Gracias.
Muy amable.- Le dije sonriendo levemente.
.-
Está usted radiante. Noto su luz.- Aún me dejó más perpleja porque ni mi ropa
era especial, ni especialmente tenía un día esplendoroso. Miré el reloj un
tanto sonrojada y volví a mirarle sonriendo.
De pronto me dijo.
.-
La maldad en el mundo no existe. No hay gente mala. Solamente están
confundidos. Son personas equivocadas.- No supe muy bien si tenía que iniciar
un debate sobre ello o si por el contario era mejor seguir sonriendo en señal
de asentimiento. Opté por lo segundo.
Al
instante salió por la puerta de la consulta una enfermera para decir mi nombre.
Me
quedé pensando el lo que aquella anciana me había dicho. ¿No hay maldad en el
mundo? ¿No hay gente mala?¿La maldad es confusión?.
Después
estuve buscando sobre el tema, leí algunas cosas, medité sobre otras y concluí
que la maldad tiene su fundamento en la ignorancia, lo que no quiere decir que
sea por ello menos reprobable; pero sí, efectivamente las personas que podemos
calificar de “malas” son analfabetos emocionales, personas sin empatía, llenas
de rencor y desprovistas de todo lo que mueve al corazón hacia la bondad: la
compasión.
El
desconocimiento de cómo se siente la otra persona, de los daños que causarán las
malas acciones en un tercero o la imposibilidad de evadirse de la propia
biografía desfondante o minusválida en lo que se refiere a valores y actitudes;
lleva a la maldad. Aquella que no admitía la señora que tanto me miraba y la
que transformaba amorosamente en confusión y equivocación suavizando sus
consecuencias.
El
mal se nota, dentro y fuera.
El bien, también.
A
veces, ni siquiera se puede elegir. Entonces es cuando la confusión enreda el
alma de la persona en una maraña infranqueable. Y el resultado solamente son
pérdidas, amarguras y sinsabores para todos.
Mírate
dentro. Inspira el bondadoso aire que proyecta la luz de lo bueno. Llénate de
ello. Actúa a través de la compasión hacia ti y hacia el mundo.
En
ese momento estarás instalado en lo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario