ELLA
Recordatorio:
Owen
es un afamado académico en el ámbito de
la siquiatría que decide poner una consulta donde se devuelva a la persona a su lugar en la felicidad.
Busca
su propia terapia a través de las de los demás porque tiene un pasado lleno de
sucesos traumáticos que le atormentan a cada instante.
Miraba
distraído el finísimo caldo que ondeaba entre sus manos. Su móvil comenzó a
sonar.
-
¿Dígame?.-
Owen esperó un momento la voz del otro lado del hilo pero nadie contestó.- ¿Sí,
dígame?...repitió con cierto nerviosismo. De nuevo se hizo un gélido silencio
que le produjo un escalofrío conocido. -¡Habla!. ¡No te calles como siempre!.-
Separó el teléfono de su oído y se dejó caer en aquel sillón inmaculado aún sin
estrenar. Su mano pendía agotada del brazo que dejó caer casi hasta el suelo.
Nadie respondió al otro lado, sin embargo la muda conversación seguía activa.
Cerró los ojos y comenzó a desabrocharse la
apretada corbata que en esos momentos estaba asfixiándole.
No
podía creer que fuese de nuevo aquella mujer. Parecía el espectro de una historia
sin final. Había pasado mucho tiempo desde que la conoció en una biblioteca que
solía frecuentar al comienzo de sus estudios.
Era
una mujer extraña. Le doblaba la edad cuando la conoció. Aparentaba un carácter
adusto lejano a toda comprensión. De rígidas costumbres y austeros modales. Su
esbelta figura denotaba la frugalidad de sus comidas. Sus manos finísimas y
delicadas advertían la escasa actividad
que enfrentaban cada día.
Ningún
compañero se atrevía a llevar los libros hasta su mesa. Los miraba con la
prepotencia de quien tiene algo que perdonar a quien se acerca.
Sin
embargo a él, le había elegido como su cómplice muy pronto. Apenas le había
visto sentado al fondo de la sala el primer día. En aquel momento, su vida de
adolescente llegó a su fin.
Una
sórdida historia se ocultaba tras aquel silencio ruidoso que ahora no podía
soportar.
Había
tratado de esconderse durante muchos años. Incluso se había instalado en
diferentes países para escabullirse de su demoledora persecución, pero ella no
daba descanso a aquella obsesión que le fagocitaba desde hacía tanto.
Era
la primera mujer que le había iniciado en el sexo. Una experiencia oscura que
le había sometido a una visión del mismo extremadamente deformada.
La
puerta se abrió estrepitosamente mientras recordaba el daño que ella le estaba
causando de nuevo.
.-
¡Mi querido amigo Owen!. ¡Lo hemos conseguido!.- Marco entraba eufórico.
Llegaba sofocado. Apenas respiraba con dificultad. Lo hacía entrecortadamente
mientras hablaba.
Le
gustaba subir las escaleras de aquella vetusta casa situada en uno de los
barrios más antiguos de la ciudad. Un mechón de pelo caía, ahora, en el medio
de su frente como si quisiese anunciar que todo en él se había alterado con la
noticia.
.-
¡Somos trending topic! ¡Nuestra consulta va a ser un éxito! ¡Todos quieren
conocerte!.- Owen no acababa de emocionarse con la pasión que ponía Marco en su
comentario.
No
era la consulta la que promovía tal interés en las redes sociales, sino aquel
suceso que aún estaba latente en el recuerdo de tantos. (…)
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