Me pregunto por qué nos molesta
tanto la felicidad ajena. Por qué razón lo bueno que les sucede al resto nos
duele a nosotros y en qué medida nos comparamos siempre, irremediablemente, con
el grado de satisfacción de los demás.
Incluso pasa con la
salud. Parece que la desgracia compartida es menor, que si le sucede a otro,
resta de algún modo, importancia a lo nuestro. Es como sentirnos acompañados en
aquello en donde nos preguntamos por qué el destino nos ha señalado a nosotros.
Entiendo de algún modo que cuando
vemos la felicidad ajena, la buena suerte o el brillo en la vida de los demás
nos sintamos, de alguna forma, deseosos de que nos suceda lo mismo. Lo que no
entiendo es la búsqueda de descalificaciones para restar o mermar lo que ante
nuestros ojos es idílico.
Por desgracia nada lo es tanto. No
dura siempre lo bueno y momentos de indescriptible pasaje terminan por cambiar el rumbo, tarde o
temprano.
Ayer comentaba, en una
conversación, lo que puede ser objeto de envidia para sentirnos verdaderamente
celosos de a suerte ajena.
Una de las buenas determinaciones
del destino, para mí, es encontrarse con la persona que será el amor de la
vida, cuando uno es joven. Me niego a pensar que el alma gemela no existe o que
no coincide nunca, o casi nunca, con la persona que comparte la vida con nosotros.
Lo cierto es que uno entra en el
amor con una absoluta inocencia y tal vez con ideas equivocadas sobre lo que
debe significar tener al amor de tu vida a tu lado. A las mujeres nos hablan
del príncipe azul. A los hombres de la perfecta casada. A unos y a otros nos ha
engañado la sociedad, los modelos y los
estereotipos.
Posiblemente, las cosas y las
personas no llegan a nosotros hasta que no estamos preparados. A veces, ese momento
no coincide con la primera persona con la que te ilusionas. Casi nunca es así.
Más tarde, uno se da cuenta de que
la edad ayuda. De que ser más flexible va siendo más fácil. De que las
exigencias se vuelven menores, de que la felicidad cada vez se alcanza con
cosas más pequeñas, de que una caricia puede significar un inmenso apoyo y una
mirada la complicidad necesaria para seguir con fuerza.
Todo se reduce a casi nada. Y solo
cuando se acepta así, el milagro se produce.
Hay un milagro para cada uno.
Cerca…o en alguna parte. Seguro.
En medio del mar dicen que.."si se cae un pedacito de cielo golpéa a un envidioso".
ResponderEliminarLa especie humana no ha dejado su naturaleza primate de sobreviviencia: si observamos a otro mas feliz porque ha obtenido una porción de la torma mas grande que la nuestra, el instinto nos indica que debemos quitársela para obtenerla; la envidia mueve muchos de nuestros actos y aun a distancia nos duele el bienestar de que otros gozan.
La sabia estructura social, limada en millones de años ha logrado establecer reglas de convivencia pero esa parte animal es difícil de domesticar.
NN
La sobrevivencia emocional es la que sacude a la especie humana. los animales compiten por la vida; en nuestro pequeño microcosmos, competimos por tenerla mejor que el de enfrente.
EliminarPersonalmente soy muy independiente con respecto a las valoraciones sociales y a las posibles críticas sobre mí. Yo no compito. Vivo mi vida.
Gracias, siempre es genial contar con reflexiones que maticen las mías.
El amor puede llegar volando en un suave calorcillo que lleva el viento, pero como estamos condicionados a querer sentir y degustar lo amado, dejamos pasar el suave rumor del viento amado y nos quedamos observando como él alimenta otras almas mas afortunadas que han sabido atrapar la brizna que se mecía hacia nosotros.
ResponderEliminarAprendemos, que digo, aceptamos a fuerza de desilusiónes, que el amor habla de manera muy queda y solo descubrimos su importancia o su destino cuando ya es tarde para atraparlo.
Siempre he pretendido atrapar toda la felicidad que me llega en el momento y sobre todo darme cuenta de la felicdad cuando está atravesando mi vida. Me parece tremendo darte cuenta de lo feiz que has sido cuando ha pasado.
ResponderEliminarNo se puede dejar pasar nada de lo que pueda hacernos felices.***