Una
etapa que termina, una pareja que se disuelve, los hijos que se van de la casa,
amigos que quedan en el camino, cambios en nuestro cuerpo, en nuestro entorno,
en nuestro trabajo… Algo muy dentro nuestro quisiera que todo se quedara
quieto; así estemos anhelando el cambio, le tememos (y mucho más cuando no lo
anhelamos!). Pero la vida es impermanencia. Y esa impermanencia es,
curiosamente, la que, si trabajamos sobre ella, puede vincularnos con algo
inmutable que es nuestro núcleo.
Urgencia
por controlar al otro, urgencia por disimular el paso del tiempo (cuando nos
apegamos a una etapa, un cuerpo que ya no tenemos, un rol que ya no cumplimos),
compulsión por actuar de un modo que nos es habitual (sentimiento muy similar
al de requerir una sustancia estando en situación de adicción)…
Soltar
es un ejercicio para toda la vida, para cada día, en cada pequeño acto. No
significa permanecer inerte, indiferente, como la falsa imagen del yogui que
parece estar “más allá del bien y del mal”: es estar plenamente vivo,
relacionándonos intensamente con lo que hoy somos, hoy hay, hoy es, y no con lo
que éramos, lo que fue, lo que ya no está (o lo que quisiéramos que sea o
hubiese sido).
No debemos enfrentarnos de
entrada con lo más grande, porque no podremos. Es demasiado amenazante. Puede
incluso ser demasiado cruel soltar algo ahí mismo, en el acto. Incluso con las
pequeñas cosas podemos, aunque sea de forma intelectual, comenzar a ver que el
hecho de soltar puede tener una enorme trascendencia, una relajación y una
conexión con la suavidad y la ternura del verdadero corazón; a veces, él nos
dice:
“Es demasiado para ti; todavía no eres capaz de deshacerte de
ello, practica primero con las cosas sencillas. Empieza dándote cuenta de todas
las pequeñas cosas a las que estás apegado y te resultará más fácil entender
qué significa soltar.
Vete deshaciendo la gran piedra poco a poco…paso
a paso…soltando arenillas y algún día, cuando menos lo esperes, enredado en el
trabajo de lograrlo, lo habrás conseguido”.
Fuente: (Fragmento…)
Soltar el fardo...un ejercicio sano y saludable.
ResponderEliminarHasta cuando nos fabricamos otro, remata el Marqués.
Saludos
Orange P.S.
Me gusta el pensamiento práctico del Marqués. Soltar las cargas, la mayoría de las veces se convierte en un círculo infinito de sustitución de una por otras.
ResponderEliminarGracias!!*
El verdadero arte consiste en saber asumir compromisos sin que estos "pesen" sobre nosotros.
ResponderEliminarPara unos solo enfrentar el nuevo dia implica una carga mientras para otros es tener una nueva oportunidad.
Entregar el corazón al amor es una bendición para muchos mientras para otros es atarse en cadenas.
El ser humano paga un precio alto por la habilidad de racionalizar cada acto y aprender a manejar cada situación en su contexto real le toma la vida misma.
Se ha dicho con razón que solo a la hora de la muerte, el ser humano acepta su condición humana y solo alli puede vivir la mayor de las satisfacciones o el terror profundo de un futuro negro e incierto.
La guia siempre alumbra en nuestro interior y debemos aprender a seguir su luz para iluminar cada acto no solo con la razón sino con el apoyo de la fuerza espiritual que lo impulza.
Todo un arte difícil de dominar.
Saludos.
NN
Interesante comentario!. Efectivamente la cercanía a la muerte ...iguala. Ese es el arte que deberíamos aprender. Conocer la habilidad de "no importar, sino lo importante" y que ésto no sea cualquier contingencia.
ResponderEliminarComo siempre mi enorme agradecimiento por las reflexiones!***