A
veces, cuando estamos inmersos en un proceso de vida desbordante, seguimos la
creación de los edificios de nuestra propia mente. Uno se hace una idea de lo
que vive, de lo que goza o sufre; de las personas que están en contacto con
nosotros en ese momento y del mapa del entorno emocional que nos asiste… y todo
se coloca según nuestra idea previa.
Incluso
podría decir que la idea no es ni siquiera previa. No es anterior a lo que nos
sucede…es como si la realidad fuese abriéndose camino a nuestro paso. Algo así
como un paisaje que empieza a dibujarse mientras sostenemos el carboncillo en
la mano. No está antes entrar en él, sino que se eleva mientras transitamos a
través de él mismo.
Posiblemente
la realidad la viésemos siempre. Tal vez hemos querido cambiar la ruta de
navegación de lo que estaba previsto que sucediese y lo más seguro, es que lo
hayamos logrado. Pero con el tiempo nos damos cuenta de que los árboles que
creímos a los lados de la carretera no estaban ahí. Nos damos cuenta de que el
cielo tiene otro color y hasta la brisa nos roza de otra forma.
El
escenario se transforma. Nosotros con él. Entonces todo el conjunto es otro y
debemos estar preparados para cambiar la forma de mirar.
La
forma de ver se organiza con el deseo. Las ganas de encontrarnos con lo que
necesitamos nos orientan a creer que ya está con nosotros. A veces es como un
juego de magia. Podemos estar transformando la realidad sin saberlo, a base de
deseo, por medio de la creencia y la fe.
Otras
veces, ese deseo crea una experiencia única que solo vive en nuestra cabeza
pero que nos sirve mientras dura. No es poco.
Ver,
mirar, sentir y experimentar nos lleva sin duda a descubrir lo que la mente nos
ayuda. Ella siempre está a nuestro favor y sea como sea quiere impedir el
sufrimiento del alma. Incluso cuando nos tiende una trampa.
Eso
es lo que hemos ganado con el maravilloso despliegue de nuestra inteligencia
múltiple.
Perfecta analogía coincidente con lo vivido, quedando pendiente si esa realidad fue producto de una ilusión o creación real ó simple espejismo.
ResponderEliminarCuando esa duda pende de nuestros sentimientos, nos invade una nostalgia inmensa, porque el jardín construido desaparece y solo nos quedamos con las cenizas que dejaron los leños que ardieron en la chimenea soñada.
Leerte hoy me ha traido a la mente vivencias e ilusiones que se quedaron dormidas como las brazas en el rescoldo.
Anónimo