El Comienzo de todo está en uno mismo y
el final también. Lo que sucede en el medio también somos nosotros. Siempre
estamos presentes y muchas veces nos olvidamos de que el procesador está
dentro.
La vida sucede fuera. Lo que nos
sucede, aquello que parece que arremete con nosotros es solo una variable
externa ante la cual debemos pararnos en seco.
Muchas
veces, la situación nos puede. En esos momentos en los que vamos de mal en peor
no queda otra que parar y pedir ayuda. Yo lo hago y siempre surte algún efecto.
Hay
que cambiar de ángulo. Movernos de sitio y mirar con otros ojos. Hay que
salirse del personaje y escuchar la historia de nuevo como si lo estuviésemos
oyendo. Posiblemente podamos advertir qué le diríamos a la otra persona siendo
espectadores…seguro que tendríamos consejos para el amigo, lecciones que
recordarle, aprendizajes con los que demostrarle el camino que no encontramos
para nosotros.
Cuando
algo cala profundo en el corazón permanece por siempre. No hay miedo a que se
extinga. Por eso debemos frenar nuestro pensamiento loco siempre dispuesto a
aumentar los fantasmas; dejar de suponer para estar abiertos a la verdad;
esperar un tiempo para que el sosiego calme la ira, el rencor, el odio o
simplemente ese malestar que a veces permanece en la boca del estómago
recordándonos que no estamos bien.
Nadie
puede cambiar por nosotros el escenario que vemos; nadie actuar de otro modo;
nadie invertir el camino.
Nos
corresponde girar el timón no hay más
remedio.
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