Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 6 de marzo de 2013

LAS OPORTUNIDADES DE LA VIDA



Ayer me comentaba una amiga las complicadas situaciones que puede traerte la vida y sobre todo el dolor que puede llegar a sufrirse en el seno de la familia, precisamente donde deberíamos sentirnos queridos y seguros.
Seguíamos conversando sobre el deber y el querer en las relaciones íntimas y cómo durante mucho tiempo, uno puede sentirse menospreciado, abandonado y sin apoyos reales de la gente que quiere.
Es cierto que cuando nos encontramos atascados en un punto negro es como si la propia vida nos pusiese a prueba y tratase de evaluar nuestra capacidad para resistir la adversidad, nuestra reacción con la injusticia y la medida de nuestra paciencia para seguir confiando en las oportunidades que llegarán.
Sigo pensando que la existencia es un boomerang que siempre vuelve a devolvernos la parte de felicidad o de sufrimiento que es nuestra y que nos falta por sentir. Por eso, en el momento en el que lo estamos pasando mal, algo debe pararse en nuestro interior para que podamos escuchar la voz que nos recuerda que empleemos esa dosis de  seguridad en lo que la vida nos deja a deber.
He tenido muchas oportunidades, en la mía propia, de comprobar que en muchas ocasiones me he quedado a las puertas de la felicidad con esa cara de sorpresa amarga preguntándome por qué a mí, en ese momento, me dejan fuera. Sin embargo, más tarde, me ha compensado sobradamente, en la misma dirección o en otra aún mejor. Por eso, estoy convencida de que cuando nos encontramos dentro del torbellino lo mejor es esperar tiempos mejores con la serenidad que podamos.
Las lecciones llegan. Para cada cual, las suyas. No se trata, como en el colegio, de ver quién repite más fielmente lo que nos muestran. Consiste en elegir, desde nuestra libertad, si realmente queremos aprender y aplicarlo para mejorar o si hacemos caso omiso a las señales que muestra nuestra particular carretera evolutiva.
Ningún comportamiento queda sin respuesta. Por tanto, solamente debemos actuar de acuerdo al corazón, a su ritmo y a sus latidos pero sobre todo a sus intuiciones porque ese es el mejor camino para comprender, el mejor para perdonar y el más apto para amar.

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