Lo
que mejor funciona a lo largo de la vida, en materia de conducta, son los
hábitos. En realidad, a través de ellos logramos someter aquello que nos cuesta
cambiar, lo que debemos olvidar o lo que se encuentra tan pegado a la mente que
está presente todo el tiempo.
Hay que recorrer un camino distinto
para encontrar la ruta que nos lleve a la armonía perdida y cuando ésta se
defina clara y definitiva ante nuestros ojos, convertirla en rutina de todos
los días, en costumbre cosida a nuestro proceder cotidiano, en uso común que
aporte la serenidad que no encontramos en aquello de lo que queremos
desprendernos.
La felicidad debería formar parte de
los automatismos de nuestra vida. Que ser feliz fuese la normalidad y lo
extraño y fuera de lo común, realmente, fuese la amargura.
Estoy convencida de que hemos venido a
ser felices. De que estamos aquí para descubrir el entramado del trayecto que nos
lleva a ello.
Imagino,
con frecuencia, que estamos inmersos en un
juego en el que nos han dado un mapa, semejante al de los tesoros de los
cuentos, y que en él hay señales, indicios y signos que debemos aprender a
interpretar y a seguir si queremos llegar hasta el objetivo final. Pautas, que
debemos aprender a leer pero, sobre todo, un sinfín de pequeños premios
intermedios que nos van ayudando en la conquista del último logro.
No
todo es fácil en este camino cuyo trazo transparente debemos ir marcando a
nuestro paso. Ahí, en las dificultades, en los errores y en las equivocaciones
están los aprendizajes que se convierten
en recompensas cuando el temporal ha pasado.
Es curioso que realmente un
contratiempo sea un regalo. Cada uno conlleva un mensaje implícito que nos dice
algo. A veces, incluso nos grita, desde la desgracia, el sentido que ésta debe
tener en nuestra existencia. Lo peor es no aprender porque entonces nos
quedamos condenados a repetirlo.
Prefiero
quedarme con el deseo, la intención y la necesidad continua de ser feliz porque
si está en mí, todos los pensamientos y emociones que los impregnen se
dirigirán a que eso suceda…incluso, cuando el momento no me sea favorable,
desde el centro de mi corazón seguiré clamando por mantener la bandera del
entusiasmo anclada en él y la mirada siempre enamorada de la vida.
Solo
así habré conseguido hacer de mi felicidad, el hábito más valioso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario