Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 12 de octubre de 2025

“TEMPERAMENTO Y CARÁCTER”: ¿Crees que es lo mismo?

 Imagina,  que caminas por un bosque al amanecer. El aire es fresco, los rayos del sol atraviesan tímidamente las hojas, y tú sientes que cada paso tiene un eco antiguo, como si el suelo recordara todas las pisadas anteriores. En ese escenario, piensa en ti mismo: ¿qué te hace reaccionar ante el crujido inesperado de una rama?, ¿por qué eliges seguir o detenerte? Ahí, justo en ese instante, comienza la danza entre el “temperamento” y el “carácter”.




 

El “temperamento” es el susurro más antiguo que habita en ti. Nace contigo, como el tono de tu voz o el color de tus ojos. Es la corriente invisible que guía tus impulsos: si eres rápido para enojarte o lento para hablar, si te lanzas a la vida con pasión o prefieres observar desde la distancia. Es la base emocional que no elegiste, una melodía que comenzó antes de que tuvieras conciencia de ti mismo.

 

Pero el temperamento, aunque firme, no es una prisión. A veces creemos que “así somos” y que no hay forma de cambiar. Sin embargo, sabes bien que incluso los ríos cambian su cauce con el tiempo. Puedes aprender a suavizar la corriente, a templar la ira, a encender la calma. El temperamento marca el compás, pero tú eliges el ritmo con el que bailas la vida.

 

El “carácter”, por su parte, es el escultor que trabaja sobre esa piedra inicial. Es la voz que se alza cuando el instinto grita; la que dice “espera”, “piensa”, “decide”. Se forma con la experiencia, con el dolor y con la esperanza, con cada elección que te aparta de la reacción automática y te acerca a la sabiduría. El carácter es el espejo donde se refleja lo que has aprendido de ti mismo.

 

En cambio, el “carácter” es la huella que decides dejar sobre ese bosque. Es el fruto del tiempo, de las decisiones y los tropiezos. Se forja con cada acto de voluntad, con cada vez que eliges hablar o callar, avanzar o esperar. El carácter no nace: “se construye”, ladrillo a ladrillo, con la paciencia de quien aprende a domar su propio fuego interior.

 

Así que, cuando la vida te sacuda —y lo hará—, recuerda: tu temperamento será la primera ola, pero tu carácter decidirá si te hundes o si surfeas hasta la orilla. ¿Ves la diferencia ahora? Uno te fue dado como un mapa del alma; el otro lo dibujas tú, cada día, con la tinta indeleble de tus actos.

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