Los
miedos ocultos existen en todos. Quienes dicen no temer a nada solamente están
encubriendo el propio miedo a tener miedo. En realidad, todos tememos a algo.
Nuestros
miedos ocultos se manifiestan como rechazos, como malos humores, como
reacciones inadecuadas, como desaires no debidos. Todo aquello que no nos gusta
en nosotros tiene detrás un miedo. Todo aquello que no gusta de nosotros, lo
tiene igualmente.
El
miedo no es una enfermedad, ni un pecado. El miedo es un instinto pegado al ADN
que nos ayuda en muchas ocasiones. Que permite que nos pongamos a salvo, que
nos invita a huir de los peligros, que nos protege de nosotros mismos y nuestra
temeridad, muchas veces.
Los
miedos ocultos se ocultan hasta de nuestra propia consciencia. Creemos que no
están. Actuamos como si no existiesen. Repudiamos su nombre cuando alguien alude
a ellos y los negamos una y otra vez temiendo que se hagan presentes.
Pregunta
a tus miedos si ellos ocultan otros. Dialoga con los que conoces. Hazte su
amigo. Comienza a abrir la puerta de tu apreciación para darles cabida.
Solamente si les miras de frente se diluyen, pero no quieras encubrir lo que ya
está oculto. Eso solamente empeora tus
respuestas.
Cuándo
observes que algo te altera pregúntate qué temes. Qué es lo que te pone
nervioso/a, qué lo que no instala un nudo en tu estómago impidiendo tu paz.
Siempre
hay miedos ocultos que nos atenazan sin palabras. Siempre existe algo que aún
siendo desconocido está en nosotros y justifica muchas de nuestras reacciones
adversas que no comprendemos.
Llama
a tus miedos ocultos e invítales a quedarse a tu lado dialogando contigo,
suavizando su presencia, mejorando tu vida.
Nada
hay de malo en reconocer que se teme a algo; al contrario, todo es
positivamente mágico cuando se les mira a la cara.
No
temas temer. Sólo nos hacemos más fuertes, más capaces cuando con dificultad
superamos algo o alcanzamos lo que creíamos imposible.
Mira
tus miedos ocultos, tal vez te comprendas mejor, te conozcas más.
Otro
camino más iniciado hacia la armonía interior a la que aspiramos.
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