He
puesto un pie en el borde del acantilado
Y
como susurros muertos llegan a mí,
los
lamentos del pasado.
Se
acercan tímidas, las horas muertas
que
pase esperando, los días tristes
en
los que quería verte
y
el silencio me iba contestando,
poco
a poco, cacho a cacho,
que
tu soy yo, imaginando.
Y
diviso un mar de sargazos,
con
piratas y barcos; con trabucos
y
ojos medio tapados.
Vienen
a buscarme como rescate
por
tu querer equivocado.
Se
acercan raudos
dejando el viento entrecortado,
entonando
un cántico
de
sirenas muertas a su paso.
Estoy
deseando ser apresada
entre cadenas y los palos
que
me dejen desvalida
al
viento como buen pago.
Porque
no quiero vida
sin
estrellas de mar
a mi alrededor nadando,
ni quiero muerte
en
la que me sigas
a todos los lados.
Quiero
la dicha de respirar profundo
Cerrar
los los ojos
Y
encontrarte libre
al otro lado.
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