El
amor no es solamente un sentimiento etéreo que no podamos concretar. El amor es
también física, pero sobre todo es química.
Hay
algo que se altera en nosotros, ante la persona que nos atrae y que se va
incrementando a medida en que esa
atracción se convierte en deseo y sobre todo, si éste da paso al amor.
Las
relaciones, en general, son todas, pura química. Tengo una amiga que siempre
habla de la piel. Cuando una persona que le ronda y no acaba de gustarle
siempre alude a ella como el factor determinante para que se opere la unión de
los compuestos.
No
todos nos gustan, ni tan siquiera nos agradan. Ni lo contrario.
Hay
personas que rechazas nada más conocerlas; otras rápidamente tocan tu punto
débil, activan el sexto sentido y remueven el elixir de la buena onda. No
sabemos qué interviene en ello, pero pasa.
Son
pocas las ocasiones en las que nuestra intuición falla y después de refutar esa
“ primera vista” uno se da cuenta de que juzgó con demasiada rapidez. Pero
estos casos suelen ser valoraciones concretas que se van contradiciendo a
medida que conoces de cerca a la persona. A veces, por el
contario, incluso empeora la sensación inicial y definitivamente sabes que
nunca entrarás en su corazón, ni ella en el tuyo.
Es
química seguro y la parte que no sea química es piel, que no deja de ser física.
Ambas asignaturas pendientes para muchos de nosotros aún habiéndolas aprobado…
Por
eso, con respecto al amor hace mucho que he llegado a la conclusión de que no
vale buscar. El amor te encuentra a ti y encuentra a la otra persona para
enseñarle el camino y el punto de encuentro. De cualquier forma, en cualquier
sitio, de cualquier manera…te consideres feo o guapo, gordo o delgado, tímido o
lanzado…todos somos candidatos para Cupido.
En
cualquier momento lanzará su flecha y tocará al pasar, dos pieles. Esas estarán
condenadas a encontrarse porque la química del amor habrá hecho su reacción.
Si
no te ha pasado, te pasará. Seguro.
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