Lo que te hace fuerte no es el
sufrimiento, ni la pena, ni las angustias pasadas, ni los dolores presentes. Ni
las lágrimas derramadas, ni los miedos sufridos, ni el gris de la tarde, ni la
noche oscura en el alma.
Lo que te hace fuerte eres tú mismo y
tu capacidad de renacer de las cenizas. Ese ímpetu que te pone de pie tras la
caída y la sensación milagrosa de que cuando no se puede estar peor, algo pasa
seguro desde donde se inicia el alza.
Nadie nace débil, ni fuerte. Las
circunstancias nos moldean. Las
presencias y las carencias. Los sonidos y los vacíos. Las palabras no dichas,
las caricias no recibidas, los besos no dados y esa especie de calma tensa o de
guerra fría que ha podido rodearnos. Eso a veces, te hace débil, te encierra
dentro de tu concha, te aísla de los demás a quienes ves dichosos, o al menos,
mejor que tú.
La fortaleza se aprende también, al
igual que la debilidad va calando como una carcoma que todo lo corroe.
Lo más importante no es estar en un
lado o en otro. Lo definitivamente valioso es reconocernos capaces de cambiar,
de mejorar y de poner en práctica lo que aprendemos. No importa en el punto en el que estemos
ahora, lo que de verdad interesa es si dentro de nosotros empieza a germinar la
luz, esa que nos permitirá tomar del lado opuesto lo necesario para el
equilibrio. Porque en definitiva, ni el fuerte lo es tanto, ni el débil
tampoco. La vida nos pone a prueba muchas veces y en ellas uno se mide consigo
mismo. Entonces es cuando podemos precisar lo que llevamos dentro y hasta dónde
llega nuestra grandeza.
La opinión de los demás no importa. Y
no lo hace desde el momento en que nadie calza nuestros zapatos, ni está en
nuestra piel. Solamente nosotros sabemos lo que de verdad pasa por nuestra
cabeza, lo que siente nuestro corazón o lo que revuelve nuestro estómago.
Solamente nosotros podemos salir de la
oscuridad a base de creer en nosotros mismos y de darnos oportunidades
continuamente. Nadie nos juzgará mejor, ni tampoco más duramente. Nadie nos
prestará más atención, ni será capaz de darnos tanto amor como necesitamos en
el momento justo.
Seamos fuertes o débiles no nos
preocupemos, sabremos encontrar el equilibrio si creemos que él ya está en
nuestro interior.
Basta con buscar para hallar.
Tu grandeza llega hasta todos los corazones de los que te conocemos. Hola Loli, ya estoy aquiiiii.!
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