Siempre me ha sorprendido el
efecto placebo. Se trata de un mensaje
de nuestro cerebro que codifica en términos de creencias. Efectivamente, uno
tiene seguridad en algo y eso, en lo que uno cree, da un resultado.
No hay más remedio que creer.
Necesitamos hacer un complot con nuestra mente para decirnos a nosotros mismos
que si un día no sucede lo que debería es que nuestra fe ha dejado de
implicarse como debiera.
Con los sentimientos podemos
ejercer este juego tan eficaz como necesario para mantener el equilibrio homeostático
de nuestra alma. Se trata de darle al corazón pedazos de bondades, trocitos de
ternura y una dosis suficiente de afectos que se asemejen a lo real. Le servirá
con creer en ellos porque esa verdad se hará efectiva en el momento en el que
nos la creamos.
A veces las soledades que van
pegadas al alma tienen unas consecuencias
terroríficas sobre nuestra conducta. Los temores, los miedos y la escasa
seguridad en nosotros mismos nos invitan a la desolación. Hay que buscar
sucedáneos que ejerzan este efecto placebo. Algo que nos sacuda la pereza y nos
obligue a estar siempre atentos con nosotros mismos, dedicados a gustarnos para
gustar, entregados a mejorarnos para mejorar el regalo que somos para los demás.
Si en nuestra vida nos están bien
ajustadas las proporciones de los ingredientes que mantienen nuestra salud
emocional, debemos revisar qué es aquello en lo que sentimos el déficit, dónde
está la pérdida o qué estante está vacío. Cuando sepamos realmente que debemos
reponer hay que ir en su busca aceptando lo que pueda reparar el alma a base de
creer en ello. Porque al fin y al cabo, lo más importante es sentir seguridad
con quién estamos, creer en lo que nos dice, estar convencidos de que lo
nuestro no nos fallará para declarar la paz al corazón y la tregua al alma.
Es muy sencillo engañar a quién te
ama pero si uno necesita hacerlo puede estar seguro de que ya ha perdido antes
de empezar la partida. Por otra parte, si el engañado somos nosotros tal vez ni
siquiera importe porque al final todo se resume en un pacto de la vida con el
tiempo, en el cual, todo ocupa su justo lugar, tarde o temprano.
El efecto placebo nos ayudará
mientras tanto a pasar las penas cuando creamos que lo que tenemos es lo único y mejor que podemos tener en este
momento.
El mañana nos dará la respuesta y también la
solución.
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